“Las buenas preguntas superan a las respuestas fáciles”.
Paul Samuelson
¿Quién ha dicho que el robar no es un valor? Con esta interrogante iniciaba el último párrafo del anterior artículo. Sí, el robar es un valor como lo es la mentira, la perfidia, la corrupción, la hipocresía… y tiene tanto pigmento valorativo como la modestia, la franqueza, la honradez, la solidaridad y todos los demás.
Sé que para muchas personas (y no pocas) estoy expresando locuras; que esto es insólito en el pensamiento de un educador; que estoy promoviendo e incitando, sobre todo a los jóvenes, a interiorizar y practicar el robo como estilo de vida; que debería estar preso y quien sabe; que soy un degenerado, (bueno, es imposible inventariar todos los diversos y picantes juicios que a lo mejor precipitadamente no comulgan con el mío).
Lo primero que debo puntualizar es que todos los actos, sin excepción, de los seres humanos (en todas las esferas de la vida) son objetos de valoración por ti, por mí, por la familia… y por la sociedad total de la que cada quien es un eslabón. Ningún acción o comportamiento humano escapa al examen y calificación individual y/o colectivo.
Para ir acortando la distancia con aquellos/as que (quizás fugazmente) me adversan y tomando muy en cuenta la frase popular de que “a mayor claridad, mayor amistad”, con la venia de ustedes paso a definir, más o menos, qué son valores, enmarcados lógicamente dentro del ámbito de las relaciones sociales. Pues bien, los valores “son las concepciones acerca de lo deseable, lo preferible; los criterios o guías para juzgar”; las estimaciones que cada quien tiene de las cosas; los rangos que cada sujeto (individual o colectivo) les asigna a los objetos, actitudes, conductas… que generalmente están cimentados o toman como referencia las normas, los principios y los códigos ético-morales de una sociedad.
Veamos algunos ejemplos.
Ejemplo No. 1. Cuando usted califica el acto de robar como vergonzoso, el abjetivo “vergonzoso” es la valía que le está concediendo a ese tipo de comportamiento; como también podrían ser: dañino, desagradable, asqueante… Todos estos y otros conceptos universalmente aceptados como negativos. Pero hay quienes al practicar el robo lo consideran: buena oportunidad de vida, un estado de venganza social, un acción de inteligencia y sagacidad, un modus vivendi como cualquier otro, una satisfacción personal. Es decir, para estas gentes el robar llena un vacío existencial, tanto en lo material como espiritual. ¿A caso el que roba y le va bien, no se siente feliz?
Ejemplo No. 2. Si usted almuerza en un restaurant o en una casa familiar (donde fuere, el lugar no importa) por lo regular, pública o calladamente, le confiere un rango valorativo a la comida, que pudiese ser: buena, muy buena, excelente, exquisita, mala, muy mala, regular… Otra persona que almorzó junto a usted y el mismo tipo de comida, podría coincidir con su calificación o tener una valoración total o mediadamente diferente.
Lo que quiero significar es que el concepto “valor” no nos aporta nada en específico. Es un término neutro. Valor no es sinónimo per se de bueno o positivo. La cualidad de un objeto, un actitud o un comportamiento la asigna usted o la sociedad en base a unos parámetros previamente elaborados y aceptados; no es el objeto en si mismo quien se define como tal, es el sujeto, individual o colectivo, quien le da contenido, (si se quiere) le imprime el sabor. Recordemos, además, que los valores también cambian con la época histórica y con la cultura.
Muchos hablan del concepto “pérdida de valores”, cuando en realidad los valores nunca desaparecen de su escenario natural: la práctica social en todos los ámbitos de la vida humana, llámese actividad de tipo familiar, científica, deportiva, artística, sexual, económica, política, religiosa… Los valores se transforman, cambian, se modifican, pero no se esfuman, están siempre presente y acompañado por su amo: el hombre en acción e interacción permanente en un contexto determinado. De ahí que existieron, existen y seguirán existiendo valores positivos y valores negativos.
Los valores son una especie de balanza: un brazo con su respectivo platillo que sostiene los positivos y el brazo opuesto que ampara los negativos. De acuerdo a la inclinación que tome la balanza unos bajan en la misma proporción que los contrarios suben, y viceversa. Si se disipa un brazo, la balanza deja de existir. Lo que da categoría de bueno es la presencia de lo malo (también a lo inverso). Por consiguiente, los valores (sin apellidos) son el soporte principal del comportamiento humano, lo único que ese comportamiento usted y la sociedad lo pueden acreditar de sinceridad, fidelidad, generosidad…o en su sentido opuesto: hipocresía, perfidia y egoísmo.
Reitero que el sistema educativo dominicano debe preocuparse más a fondo por inculcar en los estudiantes: el apetito por las curiosidades; la actitud de interrogar permanentemente todos los fenómenos que nos rodean; el espíritu de la crítica sustentada en evidencias; aupar y motivar la práctica de la reflexión, el análisis y la critica como antídoto al dogmatismo y el seguidismo ciego. Todas estas y otras cualidades muy precariamente presentes en el sistema educativo dominicano, como reiteradamente nos lo indican las mediciones internacionales sobre la calidad educativa en el continente, en el que República Dominicana aparece muy mal posicionada.