Las intenciones encerradas en los enunciados o textos, dependerán de circunstancias que van desde el espacio, y el tiempo, hasta el estado emocional del enunciador para con el enunciatario. Además, dependerán del grado de cercanía que entre ambos representantes exista en la situación comunicacional. Desde esa consideración, es evidente que muchas veces la intención del enunciatario presente en los actos de habla que se desprenden de sus enunciados, no siempre es entendida de acuerdo al contexto en que es utilizada, eso debido a que puede ser distorsionada, o simplemente entendida, desde otra dimensión o contexto.
De modo que nuestra intención es conocer y analizar la propuesta teórica que sobre los actos de habla presenta John Searle en su libro Los Actos de Habla mediante una profunda y exhaustiva lectura de este y otros insumos, pero no sin antes explicar la teoría de la enunciación y el rol que desempeñan el enunciatario y el enunciador en el discurso, para de esta explicación proceder a comentar el aspecto relacionado con el contexto y de ahí pasar al análisis de la pragmática que es la ciencia que estudia los actos de habla y que en esta reseña los presentamos desde la perspectiva de Searle y otros teóricos relacionados con el tema. Una vez agotado estos tópicos pasamos a realizar una conclusión relacionada con los aportes que ha hecho Searle con su teoría de los actos de habla a la comunidad académica.
Ya que hemos mencionado, groso modo, algunos constituyentes de la teoría de la enunciación, veamos cuál es el papel en el discurso tanto del enunciador como del enunciatario. García Molina (2014) sostiene que el enunciador se caracteriza por su condición inferencial y virtual, eso porque al momento de crear los enunciados, no hace mención de su persona, sino que más bien plantea sus aportes sin la necesidad de hacerlo. De ahí, que la enunciación vendría siendo el decir y el enunciado lo dicho. De manera que el papel del enunciador estriba en la creación de los textos. Contrario al enunciador, el enunciatario tiene el rol de ser el destinatario para quien fue creado el enunciado. El destinatario es quien digiere lo previamente gestado por el destinador.
El autor citado habla de una tercera voz en el discurso, y esta tiene que ver con la voz ajena, o voz invitada, en otras palabras, esta está relacionada con los aspectos referenciales del discurso __ aclaramos que vemos el concepto de enunciado y texto como una misma cosa__, así el enunciado es una manifestación u ocurrencia particular de entidades lingüísticas. Una serie efectivamente realizada con las reglas que gobiernan el idioma como le llama Searle, es una totalidad cuyo valor semántico reside en el sentido. «Nunca conocemos más que enunciaciones enunciadas», afirma Todorov s/f.
Hecha esta aclaración, podemos entrar a conocer el aspecto relacionado con el contexto, ya que es en este donde la pragmática tiene incidencia para poder analizar los actos de habla. La palabra contexto, nos remite a pensar, y ver el término de contexto como aquello que nos circunda, tanto de manera material como abstracto. De modo, que las cosas siempre estarán influidas por el contexto. Desde luego, el contexto nos permitirá interpretar las cosas y entenderlas de manera contextualizada, esto debido a que el contexto está conformado por situaciones, escenarios, fenómenos, y circunstancias que suelen relacionarse para darle una explicación específica a una situación determinada.
Dice Van Dijk (1992) el concepto de «contexto» se caracteriza como la reconstrucción teórica de una serie de rasgos de una situación comunicativa, a saber, de aquellos rasgos que son parte integrante de las condiciones que hacen que los enunciados, den resultados como actos de habla. Esto quiere significar, que el contexto es lo que permite mediante los enunciados empleados en las conversaciones o cualquier otro tipo de texto conocer las intenciones que tiene el enunciador para con el enunciatario al expresar un determinado enunciado. En palabras de Van Dijk, esos enunciados gracias a la situación comunicativa de corte pragmático permiten identificar los actos de habla que descansan indirectamente en las expresiones de un texto (más adelante, trataremos el término de actos de habla con mayor detenimiento).
En este caso, debemos entender los enunciados como el texto, y los actos de habla que se desprenden de ellos, como el contexto, ya que, en cada uno de los enunciados expresados, se encontrará una situación comunicacional que se presta a ser analizada desde el punto de vista contextual, o como le llamamos arriba; desde el punto de vista de la intención del autor del enunciado o el texto. Esa intención, como vimos, recibe el nombre de actos de habla. Esas intenciones ocultas en los enunciados, es la pragmática quien se encarga de estudiarlas desde el ámbito del contexto.
En apartados anteriores, hemos tratado de soslayo lo que supone el concepto de pragmática, vinculándola en el área de lingüística con los actos de habla presentes en los enunciados o en todo texto al que nos enfrentemos. Así, Van Dijk (2000) en su libro, El discurso como interacción social, sostiene que la pragmática, en su sentido más amplio, es el estudio de la comunicación lingüística en contexto. De ello, podemos inferir que es en los actos de habla donde la pragmática tiene su incidencia real. Es gracias, al aporte de la pragmática que el estudio de la comunicación lingüística pasó de verse como un simple enfoque oracional, para poder comprender mediante inferencias, los sentidos ocultos en los enunciados.
Concentrémonos ahora en analizar la postura de Searle frente a los actos de habla complementándola con la concepción de actos de habla que asumen otros autores. Dice Van Dijk (2000) que, la teoría del significado de Grice se ocupa ante todo de los modos en que cada interlocutor reconoce las intenciones comunicativas del otro. La teoría de los actos de habla, en cambio, se ocupa de proporcionar una clasificación sistemática de esas intenciones comunicativas y los modos en que se las codifica lingüísticamente en el contexto. El aporte fundamental ofrecido por el trabajo de filósofos del lenguaje como John L. Austin (1962) y John R. Searle (1969; 1975) consiste en que las expresiones lingüísticas poseen la capacidad de realizar ciertos tipos de actos comunicativos, como hacer afirmaciones, preguntar, dar direcciones, pedir disculpas, agradecer, entre otras. Estos actos de habla son las unidades básicas de la comunicación humana.
Le debemos a Austin, el haberle aportado a la lingüística el encuentro de los actos de habla en los enunciados, motivando con ello, la aparición de la pragmática. Pues fue él quien permitió que hoy en día se hable de la teoría estándar de los actos de habla. En su libro Cómo hacer cosas con palabras (1962), según Van Dijk, Austin parte de la percepción originaria de que ciertas expresiones lingüísticas poseen la capacidad de realizar actos comunicativos, para culminar en una teoría general de las acciones comunicativas, es decir, los actos de habla.
Podemos estudiar el lenguaje solo respondiendo a sus reglas, pero estás reglas no aportaría nada de aspectos analíticos de los que habla Searle, eso porque es gracias a los actos de habla que los enunciados adquieren sentido y son capaces de crear realidades virtuales. Analizar la lengua desde su punto de vista estructural, no aportaría muchas cosas porque de nada valdría conocer e identificar aspectos de carácter fonológicos, y morfológicos de manera aislada y sin más interés que importantizar el enfoque oracional en el texto, basándonos en la compresión del lenguaje bajo el análisis de sus reglas. Esto dejaría a un lado la trascendencia del texto que se da cuando en base a lo leído, creamos mundos virtuales y a la luz de ello, transformamos el mundo en algo mejor de lo que actualmente es, y eso solo es posible gracias a los discursos que crea todo el entramado lingüístico del texto.
Con sobrada razón Searle (1969) sostiene que pueden decirse muchas cosas estudiando el lenguaje sin estudiar los actos de habla, pero cualquier teoría puramente formal de este tipo es necesariamente incompleta. Searle termina la idea con una excelente analogía, afirmando que “sería lo mismo que estudiar el béisbol solamente como sistema formal de reglas y no como un juego”. Ahora pasemos a ilustrar lo dicho con algunas diferencias entre el acto ilocucionario y el perlocucionario. Veamos,al hablar intento comunicar ciertas cosas a mi oyente, haciéndole que reconozca mi intención de comunicar precisamente esas cosas. Pero decir algo queriendo decirlo significativamente consiste en intentar realizar un acto ilocucionario y no necesariamente un acto perlocucionario. Al realizar un acto ilocucionario, el hablante intenta producir un cierto efecto haciendo que el oyente reconozca su intención de producir ese efecto; y además, si está usando las palabras literalmente, intenta que ese reconocimiento se logre en virtud del hecho de que las reglas para el uso de las expresiones que emite asocian la expresión con la producción de ese efecto. Es esta combinación de elementos la que necesitaremos expresar en nuestro análisis del acto ilocucionario. En el caso de los actos ilocucionarios logramos hacer lo que intentamos hacer, al conseguir que nuestro auditorio reconozca lo que estamos intentando hacer. Pero el ‘efecto’ sobre el oyente no es ni una creencia ni una respuesta, consiste simplemente en la comprensión por parte del oyente de la emisión del hablante. (Searle, 1969:46,48,50).
Lo que Searle nos está diciendo es que primero existe la intención del enunciador para con el enunciatario, esa intención está mediada por la intención del primero, ya que con su emisión pretende conseguir un efecto en el enunciatario, sin embargo, no siempre el enunciador consigue el efecto esperado en el enunciatario. Hay momentos en que lo perlocucionario no se consuma.
Por ejemplo, al decir: Sal de la casa, por favor, se está incurriendo en aspectos ilocucionarios, porque está literal, y ilocucionario porque puede verse como un favor, y lo está literalmente, la intención del destinador es pedir un favor, ahora bien, el aspecto perlocucionario solo se lograría si el destinatario sale de la casa. Este sería el efecto que dicha oración podría suscitar en el enunciatario, desde luego, aquí entran distintos aspectos, lo primero es que dependerá del dominio que tenga este destinatario de las reglas generales que gobiernan el lenguaje, pero además dependerá del contexto y los elementos que puedan intervenir para que el destinatario salga de la casa. Posiblemente, el destinatario no vea al destinador de la oración con el debido respeto para acudir, a la intención de la oración, ___una petición, pero además puede de que los intereses de este se vean afectados al salir, y que dicha oración no despierte ningún efecto perlocucionario en el destinatario, al no salir de la casa.
Las palabras pueden significar más, o algo distinto de lo que dicen. Eso si consideramos los aspectos preposicionales del texto desde un análisis de los actos de habla. Lo cierto es que en la interpretación de los textos intervienen una multiplicidad de factores, entre los cuales se encuentran la familiaridad con el contexto, las marcas de entonación y los supuestos culturales. Desde esa consideración, de la situación comunicacional, una misma frase puede tener diferentes significados en diferentes ocasiones, y se puede expresar la misma intención mediante diferentes medios lingüísticos. Es precisamente, en fenómenos como estos, en los que la pragmática se interesa.
En la perspectiva que aquí adoptamos, se concluye que los actos de habla, le han aportado a la ciencia del texto o ciencia del discurso, herramientas que facilitan conocer los trasfondos de los textos. La teoría de los actos de habla aportada por Searle, proporciona habilidades que permiten reconocer las manipulaciones que generalmente encierran los textos creados en un siglo XXI cargados de publicidad y manipulación, y con apenas pequeños vestigios de humanidad. Específicamente, el aporte va de la mano con el entendimiento certero del discurso, de ahí, que los actos de habla se comporten como ejes esenciales en el proceso de compresión del análisis crítico del discurso, ya que son los actos de habla, estudiados en sus contextos por la pragmática, los que nos proveen de las aristas necesarias para poder identificar la intención real del enunciador para con el enunciatario, llámese informar, criticar, contraargumentar, persuadir o manipular. Cosa que bien es sabido, al identificarse merma la cultura del control de las masas que a diario utilizan los del discurso del poder.