Se llama nochebuena a celebración de origen cristiano de la noche del nacimiento de Jesús, víspera del día de Navidad. Aunque las costumbres varían de unos países a otros; es común en mayoría de las naciones influidas por el cristianismo la realización de una reunión familiar para cenar e intercambiarse regalos.
Con esta se suele marcar el inicio de la recta final de cada año, donde los aires del año nuevo, las metas, nuevos proyectos, sentimientos encontrados comienzan a ponerse de manifiesto.
Es penoso que en nuestro país solo se pueda obtener una cena digna al año (el 24 de diciembre) y para la realización de esta, los participantes tengan que sacrificar tiempo y recursos de los cuales carecen, algunas veces solicitando préstamos que pagarán en la posteridad, obligados por una tradición cuya razón de se ha desvirtuado en estos días.
No resulta sorprendente en estos días de la era de información y la comunicación vía redes sociales el hecho de que se persiga más la fotografía, la historia para el WhatsApp, Instagram o el Tik Tok, cual competencia interfamiliar por exhibir quién ha tenido mejor facha al vestir o qué familia ha preparado la mejor cena navideña.
La realidad antes expresa se aleja de la tradición familiar que hace un lustro se experimentaba donde sobre todo la unión familiar, el reencuentro y la reflexión eran los factores que motivaban la misma, sin tanta ostentocidad, sin aparatos móviles de por medio y sobretodo, sin la imperante necesidad de exhibir a otros lo realizado.
Y es que cada día la tecnología avanza, va mejorando la comunicación, barreras son rotas, cosas nunca antes vistas pueden ser palpables, pero surge la cuestionante: ¿Dónde ha quedado la interacción social? Tal parece que en vez de avanzar, vamos cada día retrocediendo en el aspecto social interpersonal.
El día 24 de diciembre de cada año:
Día este en el que todos se unen físicamente, pero emocionalmente están todos separados.
Día este en el que se exhibe ropa nueva, pero no sentimientos renovados.
Día este donde se muestra la gran hambruna y necesidad jactanciosa de la población, mientras que los demás 364 días, se actúa como si fuese innecesario alimentarse.
Día este en que las mayoría de familias se encuentran incompletas, sus seres queridos ausentes y con obligación a sonreír por fuera y sufrir por dentro su ausencia.
Día este para reflexionar como va la población, sus necesidades, sus carencias, su falta de unidad, el aprovechamiento de los sabios, la ausencia de los nuestros, los seres que han fallecido, la hambruna y la inminente pobreza mental y material de la población.
Día este en que los políticos hacen presencia con mensajes alusivos a la época y las afamadas cajas navideñas, que tantas revueltas y evidencias de pobreza extrema han dejado a su paso, no se hacían esperar, aunque hoy se ha hecho un intento de cambio con los llamados bonos electrónicos de «La Navidad Cambió» emitidos por el estado dignos de reconocer, pero el dominicano siempre se las ingenia para sacar provecho en perjuicio los más necesitados y sobretodo aquellos que gozan del poder político y hacen entregas a su antojo de estas ayudas sociales.
Todo parece apuntar a que la ignorancia es una enfermedad que genera ceguera sociocultural y esta a su vez viene a ser el mayor muro que poseemos los seres con miras a la sublimación progresiva de la sociedad como colectivo, ya que en vez de evolucionar en nuestras prácticas, al parecer vamos progresivamente en involución social.
Todo lo anterior nos llama a cuestionarnos y reflexionar alrededor de las siguientes interrogantes:
- -¿En realidad se encuentra nuestra población en condiciones para realizar solo una cena al año?
- -¿Será que solo merecemos poseer una sola cena digna al año y a este costo?
