En estos tiempos de pandemia, de manera escalonada nos hemos visto arropados de todo tipo de decisiones, propuestas, acciones, arbitrariedades de todo tipo, buscando evitar la transmisión del virus dentro de la población, aunque sin una base palpablemente científica, con las contradicciones entre organismos internacionales, gobiernos de distintos países, médicos y especialistas, en conclusión, sin muchas explicaciones claras que permitan adivinar que son conclusiones “acertadas” ante “las evidencias constatadas” y hablo de conclusiones acertadas porque ante la certidumbre probada pueden haber “conclusiones erradas” y me viene a la mente un viejo chiste criollo que cuenta como un grupo de científicos que investigaban “la forma de locomoción del cangrejo”, para ello utilizaron un cangrejo como “conejillo de indias” al que le fue quitando las patas una tras otra, después de que le arrancaban cada pata, venia un mandato: ¡Cangrejo camina! y el cangrejo caminaba o se arrastraba como podía, y así sucesivamente hasta que llegó el momento en que le quitan todas las patas y entonces se le volvió a ordenar: «¡cangrejo camina!», el crustáceo no se movió.
No podía trasladarse, no tenía patas para hacerlo. Y entonces vino la brillante conclusión del grupo de científicos: ¡El cangrejo sin patas…no oye!
Durante la pandemia nos encontramos la conclusión de que el “cangrejo sin patas no oye” en cada decisión o norma que se nos impone, la lista es larga, por lo que no pretendo enumerarla toda, pero las consecuencias están a la vista.
Al reducir los horarios de ventas y servicios las personas se agolpan en los establecimientos aprovechando la “ventana de tiempo” asignada para estas actividades, lo que hace que el hacinamiento en horarios picos sea mayor, el típico embudo, pero también se acortan los tiempos para producir, por tanto hay menos disponibilidad de productos y menos tiempo para adquirir los mismos, por lo que las personas se olvidan del distanciamiento y las normas de convivencia en pandemia, pero la conclusión de las autoridades es que gracias a estas medidas ¡la pandemia se controla!.
Gimnasios abiertos “bajo el protocolo especial”, pero colegios cerrados ¿será porque no saben escribir un protocolo?, iglesias, hoteles, y restaurantes, turismo en general abiertos “bajo el protocolo especial” pero las universidades cerradas, transporte publico funcionando con todas las precariedades conocidas pero la policía nos detiene en la calle en un vehículo privado para exigir que usemos la mascarilla dentro de nuestro vehículo “porque ese es el protocolo”.
Si seguimos apostando por dejar la educación a un lado “hasta que aparezca una vacuna” como dice el flamante ministro de educación, entonces estamos apostando por científicos que lleguen a la conclusión que mas les acomoda: ¡el cangrejo sin patas no oye!
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