Estamos en el mes que se conmemora el día internacional de la mujer (8 de marzo), pero esta fecha no es para recibir flores y felicitaciones, sino para hacer un pare en el camino y hacer una revisión crítica de la situación de la mujer dominicana. Así que quiero compartir informaciones arrojadas por la investigación titulada “Estudio: mujeres vulneradas por la pobreza y la prostitución en República Dominicana: su situación actual y su proceso vital.
Es un estudio de los factores de protección y riesgo”, en el cual participaron 311 mujeres (San Francisco de Macorís, Santo Domingo y la Romana), hecho con la Universidad de Valencia durante 5 años, como tesis doctoral, que fue evaluada como Cum Laude.
Este estudio revela preocupantes conclusiones. Primero, saca a relucir la difícil realidad que tiene nuestro país, empezando por el análisis de indicadores sociales como: la feminización de la pobreza, donde 7 de cada 10 personas pobres son mujeres. Alrededor del 40% de los hogares tiene jefatura femenina (Salud Pública, 2014), el embarazo en adolescentes duplica la tasa mundial, incluso el 46.8% de las mujeres unen sus vidas a hombres antes de los 18 años (UNFA, 2014), y que además existe una desigualdad de género de un 44% (PNUD, 2019). Lo que en otras palabras nos dice que hay un inicio muy temprano de la sexualidad, por ende, un índice alto de embarazos en adolescentes, y que existe una inequidad marcada en las oportunidades sociales con las que cuentan las mujeres, en comparación a los hombres.
Por otro lado, cuando se revisan las estadísticas del ejercicio de la prostitución, encontramos que somos el cuarto país con mayor número que la ejercen en el exterior, y se estima que para el 2017 habían más de 200.000 mujeres haciéndolo en el país. Incluso existe una organización formal, la Red de trabajadoras Sexuales, que cuenta con más 7.000 mujeres afiliadas y carnetizadas, que luchan por mejorar las condiciones de lo que ellas entienden es su forma de trabajar y ganarse la vida. Pues incluso el 87% denuncian haber sido víctimas de violencia en el ejercicio de la prostitución.
Ante este panorama cabe empezar a cuestionar el rol del Estado frente a este evidente problema social, que además viene en aumento. Como bien han denunciado diferentes instituciones, República Dominicana se posiciona cada vez más como un destino turístico sexual, por tanto, no se vende únicamente la belleza de sus playas, sino a la mujer como objeto sexual. El sector hotelero siendo cómplice en gran medida de esta explotación, algunas de las mujeres de la Romana dicen “yo vivía en un hotel, me daban crédito en la boutique, el salón, y pagaba conforme a como los clientes me pagaban”.
Uno de los mayores aportes del estudio fue lograr un modelo estadístico para predicción del abandono de la prostitución. En el cual se concluyó que las mujeres más jóvenes, que tienen poco apoyo social, y bajo sentido del humor son las que abandonan la prostitución en el 74% de los casos. Este aspecto del poco apoyo social, llama la atención, pero al entrevistarlas encontramos que muchas de sus familiares de origen (padres, hermanos), viven de ellas, por tanto, de una manera u otra apoyan el hecho de que sigan en la prostitución, lo cual hace que, si toman la decisión de hacer un cambio en sus vidas, el apoyo y clima familiar no sea favorable.
Otro aspecto que llama la atención es que en la mayoría de los países existe la figura del proxeneta, que es la persona que se lucra de la prostitución. Sin embargo, en nuestro país, no es tan común, en su lugar aparece la pareja “el marido”, el cual vive del dinero obtenido por las mujeres en el ejercicio de la prostitución, ellos asisten con regularidad a los bares y negocios lo cual hacen “para cuidarles”. Esto se ve reflejado en que es más frecuente que las mujeres que están en la prostitución tienen pareja con más frecuencia que aquellas que la han abandonado.
Existen mitos entorno a la prostitución como el pensar que “son mujeres malas, de la calle, sinvergüenzas que les gusta esa vida fácil”. Sin embargo, solo 2 de las participantes manifestaban que les gustaba este estilo de vida, las demás no se sienten bien y deseaban darle un cambio a su vida. Además, son múltiples los riesgos del ejercicio: violencia, riesgo de contagio de enfermedades sexuales, abusos por parte de las autoridades, discriminación social, ningún tipo de garantía, ni estabilidad en los ingresos. Muchas de estas mujeres eran madres que tenían su esposo y al ser abandonadas, no vieron otro camino que este, porque “cuando un muchacho llora pidiendo leche, ¡hay que resolver!”.
Se compararon las condiciones de las mujeres con perfil socioeconómico similar (pobreza) pero que no se dedicaron a la prostitución. Se encontró que las mujeres que tomaron la decisión de entrar a la prostitución, habían vivido mayor cantidad de eventos estresantes que las afectó más emocionalmente (violencia familiar, violencia de pareja, pobreza extrema, abortos, disfuncionalidad familiar), tenían mayor cantidad de hijos, menos apoyo social, menor propósito de vida y eran pocas las relaciones positivas.
Además, al entrar al mundo de la prostitución, no se hace de golpe, por lo general hay aproximaciones sucesivas, en muchos casos se inicia limpiando un negocio (prostíbulo), después atendiendo mesas como meseras y bailando con los clientes sin acostarse con ellos. Pero al darse cuenta que las compañeras que si tienen sexo tienen mejores ingresos, terminan aceptándolo. Y por lo general son invitadas por alguna amiga, vecina o familiar que ya se dedica a la prostitución.Estas informaciones científicas deben de ser tomadas en cuenta para el diseño de Políticas Públicas que permitan generar redes de apoyo, fomentando la resiliencia, y así prevenir el aumento y facilitar el abandono de la prostitución de los miles de mujeres que se están dedicando a esta práctica en la República Dominicana.
La forma de como se deben hacer leyes y programas de Estado es partiendo de informaciones verídicas y científicas, no con voluntades políticas, ni al ojo por ciento suponiendo que es lo que ocurre, y cuales son las prioridades, urgencias y necesidades de nuestro país. Por tanto, pongo a disposición de las autoridades los importantes hallazgos para poder aportar en la solución de la vulneración de la mujer dominicana.
La autora es Dra. en Psicología