Miguel Montilla
Cuatro familias que residen en el Ensanche Águila, siguen esperando la mano amiga de las autoridades, por lo que dicen estar atemorizados ante la inminencia de ser aplastados por las malas condiciones de sus casas, sin que la promesa del traslado de sus viviendas a otro lugar más seguro se cumpla.
Desde hace mas de 20 años los afectados residen en la zona, viéndose en la necesidad de apelar a la intervención de las autoridades provinciales y municipales, las cuales luego de promesas no han hecho realidad el sueño de estos humildes ciudadanos, que afirman que la situación es insostenible, ya que invirtieron sus ahorros y trabajo en las casas que hoy ven caer por lo que parece una inestabilidad del terreno, que se encuentra próximo a un barranco.
La presidenta de la junta de vecinos, señora María Orquídea Fernández, explico que se efectuaron las diligencias necesarias, por lo que el gobierno vía la gobernadora Miledys Núñez y el Fondo de Cooperación Multilateral que dirige Antonio Vargas, plantearon hacer las viviendas, con el obstáculo de que los beneficiarios debían comprar el solar donde las edificaran.
“Hay que trasladar a estas personas a otro lugar, llamamos a la sensibilidad de las autoridades, el alcalde, la gobernadora, el senador, para que cumplan con las promesas, ya que estas viviendas están destruidas. Ubicamos los solares pero faltan los fondos para construir las casas y pagar los solares, para así evitar una desgracia”.
En medio de la desesperación, el señor Ramón Antonio de unos 58 años, cuya vivienda se ha venido al suelo, dijo estar cansado de reconstruirla, admitiendo posibles fallas en el terreno, que desconocían al momento de adquirirlo, por lo que optó por demoler las paredes y por la falta de recursos sustituirlas por hojas de zinc, viendo caer al piso mas de 45 años de esfuerzos.
Las viviendas están ubicadas en el sector Ensanche Águila en la zona suroeste de la ciudad, en la calle Bohechio, donde residen unas 20 personas, que debido a la gravedad del problema se mantienen sobresaltados ante la posibilidad de quedar sepultados en sus propias casas, por la falta de recursos para salir a otro sector o vivienda.