Todos tenemos sueños que queremos ver convertidos en realidad. Desde la adolescencia iniciamos a tejer en nuestra mente las metas y proyectos que debemos realizar en un tiempo no distante. Cuando nos sentimos con la responsabilidad, posibilidades económicas y de tiempo, comenzamos a trabajar por ellos.
Los especialistas expresan que todo ser humano que desea alcanzar un sueño en la vida, comienza a planificar todo aquello que debe realizar para lograrlo. Y como normal todo en extremo es dañino.
Existen personas que se aferran a alcanzar sus sueños, sean materiales o profesionales y se olvidan del mundo embarcándose únicamente en lograr sus objetivos. Tanto es así, que solo desean trabajar en su plan para lograrlo.
Se olvidan de su familia, de amigos, de que la vida no es solo lograr sus sueños, sino que es un conjunto de acciones y todas son necesarias para lograr ser feliz.
El ser humano posee necesidades biológicas, psicológicas y fisiológicas. Cada persona para sentirse realizada debe cumplir con todas ellas o por lo menos tratar con algunas de estas.
Haz todo lo que puedas para lograr tus sueños, pero sin olvidarte de los que te rodean, que son quienes precisamente hacen que disfrutes más a plenitud de tus éxitos.
No cometas el error de trabajar solo en tus sueños y descuidar aquellos que complementan tu vida y que son tan importantes como la familia, esposo, hijos, hermanos, amigos y personas conocidas. Hay que vivir cada momento, cada instante, porque las cosas mientras más pequeñas sean, más significado imprimen a tu vida, depende de donde vengan, y así cuando pase la vida y el tiempo transcurra recuerdes tus mejores días y no lamentes tu existencia y tus sueños hecho realidad.
Hay que llevar la vida de manera equilibrada, dedicándole el tiempo preciso a cada actividad para que todo resulte como lo esperábamos, recordando siempre colocar todos nuestros actos en las manos de Dios.