Hace varios años conocí a un hombre quien creía ser militar.
Tenía un pantalón de los usados por los guardias, usaba camisetas negras y siempre con sus chancletas samurái.
Un día caminaba erguido con toda la postura de un verdadero oficial y al día siguiente caminaba con el tumbao de los raperos y su pantalón a medias nalgas.
Emitía gritos de esos que solo a los guardias agradan.
Hacía señas de parada a los vehículos, enviaba saludos como todo un locutor, cantaba como los famosos soneros y era más amigable que un político en tiempos de campaña. Las malas palabras o términos maldicientes no faltaban cuando se enojaba.
Era tan fuerte que no respetaba malestares o heridas para andar.
Iba de un lugar a otro, quizás confundiendo el medio de la calle con alguna alfombra roja. Siempre lento como pasos de entierro de pobres. Su cigarro de tabaco había sido testigo de más conversaciones que el cigarrillo de Ana Gabriel.
Este hombre, de nombre Papito; se sentía ser tanto en su vida, que un día era militar, otro día cantante, otras veces era locutor y gran parte de la semana era loco.
Hoy en día también hay personas que sin ser locos viven con personajes internos que para nada reflejan lo que realmente son.
El mundo está lleno de gente que viene y va.
Gente que piensa que son lo que creen de sí mismos y no lo que van creando todos los días con sus acciones.
Estas personas crean en sus cabezas un mundo y empiezan a invitar a la gente a visitarlo. Promueven un ambiente perfecto. Los problemas empiezan cuando de tanto hablar de ese mundo, el ideólogo empieza a creérselo y decide mudarse allí.
Repetir constantemente una mentira no hará que se convierta en verdad. Podrá mentirse a todo el mundo, incluido uno mismo; pero lo que es seguro, es que no se puede mentir para siempre, porque fingir es desgastante, deprimente y asfixiante.
Crearse un concepto propio es una tarea más delicada que difícil. No solo porque uno llegue a creerse más de lo que realmente es, sino también porque en el lado opuesto podría llegarse uno a sentir menos.
La Biblia nos refiere una recomendación que quiero recordarte.
En el libro de Romanos 12:3 El apóstol Pablo aconseja: «Como mensajero por la bondad de Dios les advierto que no se consideren mejores de lo que son…
Al parecer había casos en ese entonces donde alguien creyó ser más de lo que era o más propiamente dicho, había quien creía ser lo que estaba en su cabeza y no lo que reflejaba su condición y naturaleza.
Siempre será bueno aspirar a ser más, tener más, llegar más lejos, volar más alto, sumergirse más profundo, ser más fuerte; incluso no ser débil o menos que nadie, pero será muy necesario ser coherente para saber quien soy y quien pienso ser.
Jeannette Rankin elegida en 1916 como la primera mujer en el congreso de los Estados Unidos dijo: “Tomas a la gente por qué tan lejos irá, no por qué tan lejos quiere ir”.
Tú no eres la persona que hace años has estado fingiendo ser, tampoco eres el empresario que dices a los demás que eres, ni el buen hombre que quieres vender.
Eres el resultado de tus acciones y la suma de tus obras.
¿Qué pensarías de una persona que, sin estar actuando para alguna obra de teatro se sumerge en un personaje ajeno?
¿Cómo considerarías a alguien que dice ser alguien, pero sus actos reflejan lo contrario?
¿Qué pensarías de un amigo que vive fuera de sus posibilidades solo por aparentar?
Quien necesite que seas alguien más, no te necesita realmente, sino que necesita a alguien más. Deja que lo busque y lo encuentre.
No seas como aquel loco del pueblo y empieza a vivir como quien realmente eres, y si quieres ser diferente, deja de soñar y empieza a trabajar.