Los países que han sido impactados de manera negativa por los efectos devastadores del Coronavirus y la guerra entre Rusia y Ucrania, presentan una inflación que pone en juego sus estructuras administrativas y hasta su liderazgo político.
Los Estados Unidos no ha sido una excepción, pues allí su Presidente ha tenido que admitir que enfrenta una inflación, que tiene ribetes más allá de la que se registró durante la Primera y Segunda Guerra Mundial.
Otro país herido en su equipo económico, es Argentina, donde en la actualidad miles de manifestantes se han concentrado en la Ciudad de Buenos Aires y otras comunidades, condenando de manera enérgica el alza en los alimentos y servicios públicos.
Estas protestas hacen “tambalear” la presidencia de Alberto Fernández, que responde a las masas con posturas de enderezar la economía y combatir el alza de los precios de la canasta familiar.
Hay que aspirar que el bullicio de Argentina no haga eco en el pueblo dominicano, que entre luces y sombras ha logrado desde el despacho presidencial de Luis Abinader, disminuir los precios de los productos alimenticios y el alza desmedida en los servicios públicos.
Si hay un revés en ese propósito, tendremos que achicar los bolsillos, para no vernos en la agitada situación de los argentinos.