Señora escuela para ricos, mi intención es preguntarle ¿por qué los ricos de San Francisco de Macorís, de los años 70 para abajo, eran cultos, educados? Sabían de todo un poco. En su casa siempre había un piano o una guitarra.
Los abogados todos sabían un poema, además de leyes, los médicos no sólo sabían medicina, sino que hablaban de todo, a su casa llegaba el periódico diario y escuchaban en los radios noticias internacionales. Los comerciantes visitaban a los maestros para tomar un café y escuchar historias y anécdotas de los grandes hombres y mujeres de todos los tiempos.
Antes cuando era un niño y escuchaba un entierro con música fúnebre, se trataba de un muerto que fue grande en la sociedad. Pero ahora a cualquier tíguere lo entierran con música popular, incluyendo a su familia, que también son unos tígueres con ropas nuevas.
En los años 40 había una filarmónica donde tocaban varios ricos y ahora tenemos a Don Miguelo con siete locas en una piscina.
Ya no está Roque Chabebe con su orquesta cantando Tomás Fernández de la Plata, ni un abogado como Papote Luna, ni un artista como Mimín Bonilla, ni una declamadora como doña Ana Salime Tillán.
¿Será posible montar una escuela para los nuevos ricos? donde se le enseñe el valor de la publicidad para que no tengan que repetir la palabra, ayudar a los dueños de programas de TV, radio o periódicos.
Enseñarle los diez mejores cuentos de Juan Bosch o la novela El Montero de Pedro Francisco Bonó o la vida del maestro Chucho. La humildad del doctor Rafael Paulino o la sabia respuesta de doña Carmencita Añil, ó 178 años de historia de la República Dominicana, dividida en bloques de 30 años desde la independencia hasta nuestros días, y enseñarle teología profunda para que puedan entender que no es posible ser un buen cristiano y también ser un comerciante agiotistas.
En la Escuela de Bellas Artes enseñarle teatro, pintura, violín, ballet clásico para que su gusto se refine y jueguen menos dominó. Organizar giras para visitar el Teatro Nacional Eduardo Brito o el Gran Teatro del Cibao para escuchar un concierto de la Sinfónica Nacional dirigida por el maestro Molina el hijo de papa Molina y doña Josefina. O una gira para visitar todos los museos de Santo Domingo, incluyendo la Zona Colonial.
Y en unos años, los ricos de San Francisco de Macorís serán tan cultos como los de Santiago, La Vega y casi los de Santo Domingo. Buscarán los medios de comunicación, no para ayudarlos con algunos pesitos como estaban acostumbrados, sino para valorarlos y ayudarlos a subir el nivel educativo de cada contenido de su programa.
Si logramos una escuela para ricos, en poco tiempo tendremos más Aristóteles, más Platón, más Séneca, porque en ese entonces los ricos apoyaban a los sabios, no a los emprendedores de ahora, qué es lo primero que le enseñan, a ser egoístas, vender caro su sabiduría para fines personales y el uso de las grandes cosas de lujos, francachelas, son las cosas que le demuestran que valió la pena estudiar y ser los mejores hijos de putas de nuestra sociedad de consumo innecesario y luego son los mejores candidatos a cargos políticos.
Atentamente Manolo Bonilla, el ex-francomacorisano.