Por varios años es muy notable el silencio que guardan los obispos católicos en el pueblo haitiano, a sabiendas de que esa nación estaba y sigue saturada de hechos anárquicos, que patrocinan pandillas delincuenciales que atracan, matan y queman a inocentes, como acaba de ocurrir con dos periodistas.
En las últimas horas al parecer esas pandillas que tienen nombres y apellidos, han tocado los “intereses” de la Iglesia Católica y por ello levantando pies de sus sedes episcopales, los obispos han emitido una carta de alarma, entendiendo que los haitianos necesitan vivir con respeto y dignidad.
Visto el justo contenido de la carta de los prelados católicos, el Primer Ministro Ariel Henry pidió ayuda internacional para combatir la violencia de las pandillas, cuyo poder criminal se ha extendido por todo el país.
Es harto sabido que la nación haitiana lidera por años las intervenciones militares de los Estados Unidos y aliados, pero solo han servido para pillar de manera descarada sus recursos naturales a la vista de todos.
La gravedad de esa situación inhumana y alarmante por la que atraviesa el pueblo haitiano, es inocultable que sus ciudadanos buscan cobijos en la República Dominicana, poniendo en peligro hasta nuestra soberanía nacional.
El gobierno de Luis Abinader por razones humanitarias está llamado a prestar ayudas, pero a la vez debe endurecer las medidas de seguridad, porque el suelo patrio es intocable por mandato del patricio Juan Pablo Duarte.