El deporte suele funcionar así: gana el mejor, el que mejor juega. El Manchester City conquistó este sábado la primera Champions de su historia con un gol del español Rodri en el minuto 68. Fue una final difícil, bien planteada por el Inter hasta el gol, pero finalmente conquistada por el City de Pep. Guardiola se corona así como entrenador legendario en el equipo inglés, en el que ha ganado el triplete esta campaña.
El centrocampista español hizo justicia en la segunda parte, donde el City se soltó más, pues hasta entonces la final estuvo igualada y muy bien jugada por el Inter. Le costó mucho a los ‘cityzens’ en una final que no pasará a la historia por su juego, pero sí por ser el debut en el palmarés de la Copa de Europa de este millonario City de Pep. El City fue el mejor de la Champions, aunque en la final no lo fuera tanto.
La primera parte fue un magisterio táctico. Del Inter, sobre todo. Simone Inzaghi, tan buen entrenador como infravalorado, era valiente. La presión italiana era alta, y los delanteros y/o medios interistas saltaban a la presión (uno a uno) a los poseedores del City. Buscaban algún fallo ‘cityzen’, y lo hubo. De Ederson. Pero Barella no lo aprovechó.
El equipo italiano defendía de forma magistral. Inzaghi se coronaba como gran estratega. Nos explicamos: a sabiendas de que el peligro del City viene por dentro, reducía esos espacios; a sabiendas de que Pep, con la nueva posición de Stones, intenta crear en posiciones interiores para luego elegir… el Inter tapaba todas las vías por dentro.
Así las cosas, sólo un desmarque de Haaland en el minuto 27 sirvió como única ocasión clara del primer acto, y certificaba que el plan del Inter era perfecto. La final, al descanso, estaba donde el Inter quería, y más tras la lesión de De Bruyne -¡otra vez como en Oporto en 2021!-. La entrada de Foden, buen jugador pero no excelso como KDB, hacía ‘festejar’ a la hinchada interista. Ojo, por entonces, Stones, otrora central, ya era el mejor en ataque como interior.
La segunda parte seguía en el mismo tono. Un gran Inter y un pobre -en términos ofensivos- City. El pronóstico de una final fácil para los ingleses empezaba a temblar. Se fue Dzeko y entró Lukaku… con el mismo plan. En una de éstas, Akanji se equivocó…. Lautaro se queda solo ante Ederson… y el argentino no resolvió. Era una ocasión de oro.
Pero, claro, estábamos ante el City, el equipo que, con diferencia, mejor juego ha hecho esta temporada. Algún espacio tenía que encontrar. Y lo buscó Akanji. Pase atrás de Bernardo… y golazo de Rodri, eligiendo el palo y haciendo de Onana un espectador. Era el 1-0 y ahora, la final estaba donde el City quería. Y todo, con Haaland muy fuera del partido. No se enteraba de nada el noruego, que ahora tiene el Balón de Oro un poco más lejos.
El partido se abría. Tanto… que al minuto siguiente, Dimarco estuvo a punto de empatar. El Inter necesitaba ejecutar un plan B. Tirar hacia delante, dar un paso más. El escenario era otro. 1-0. Los minutos pasaban…
El equipo interista las tuvo al final. No estaba ‘muerto’. Sobre todo, en un gol históricamente fallado por Lukaku en el 88′. Solo ante Ederson, tiró al ‘muñeco’ y Ederson se la encontró. El Inter no se lo podía creer. En el último balón, con el cronómetro a cero, Ederson le sacó otro cabezazo a Gosens. Ahí acabó todo. Enorme Ederson. Era el final para un equipo italiano que hizo una buena final, inteligente, donde tuvo tres claras opciones, pero estaba ante el City, señores, el mejor equipo de la temporada.