{jathumbnail on} «Sólo el 4% de las empresas familiares sobreviven a la tercera generación, es decir, el 96 % mueren en el camino. Esto ocurre en el mundo, no solo en República Dominicana, lo que da la idea de lo difícil y complejo que es crear, desarrollar y lograr que un negocio de familia perdure».
Esta afirmación la hizo el licenciado Manuel Corripio Alonso, Vicepresidente del Grupo Corripio, de Santo Domingo, uno de los emporios más sólidos del país, que evolucionó de un colmado de provisiones que instaló don Manuel Corripio en 1936, es propietario de decenas de empresas en las cuales laboran 12 mil empleados.
Habló ante miembros del capítulo San Francisco de Macorís de la Cámara Americana de Comercio. Reveló que su abuelo don Manuel llegó con su hermano Ramón desde España en 1921 a los 13 años. Con Ramón en un colmado, pero por la Gran Depresión de 1929 le afectó y en 1933 arrasó la capital el ciclón San Senón le obligaron a regresar a España, pero allá estalló la guerra civil y tuvo que regresar a Santo Domingo en 1936 para entonces establecer ahora un colmado de su propiedad.
«Las empresas familiares si son bien llevadas contribuyen a mantener unidas a las familias. No vale la pena que un padre o una madre solo se dedique a hacer dinero y fracase en las relaciones con sus hijos».
Debemos apostar por empresas prosperas para tener familias felices, unidas y amorosas. Refirió la anécdota que cuenta que el dinero no hace la felicidad, pero cuando se acaba, se la lleva.
Corripio Alonso cree que los conflictos en la familia empresaria no son malos porque surgen de la necesidad de revisar los métodos de producción ya que las empresas son entidades dinámicas que tienen que cambiar para no desaparecer. Si hay cambios es lógico que se hayan dado o se presenten conflictos por posiciones generacionales entre los fundadores y sus hijos que motivan e impulsan la actualización, sostuvo.
En su opinión es importante que los padres lleven a sus hijos desde niños a la empresa aunque sea a jugar, pues en la medida que crezcan se familiarizan con el ambiente de trabajo y pueden llegar a ocupar posiciones ejecutivas por competencia, no por su condición de hijo.
Aconsejó tratar la empresa como negocio y a la familia como familia. En la primera se asumen labores y compromisos que tienen que cumplirse, en la segunda se hay vínculos afectivos y relaciones primarias que obligan a deslindar los roles. Esto significa que no debe dársele a un familiar una posición para la cual no esté preparado.
Afirmó que las familias empresaria practican como normas y valores, mantener la comunicación entre los miembros del grupo, actuar con sinceridad, respeto, discreción pero evitar el secretísimo, lograr consenso en la discusión de las medidas y pasos que se vayan a dar en el negocio.
Leyó el protocolo de familia o código de comportamiento que firmaron los integrantes de la empresa familiar Corripio Alonso. Entre las normas establecieron: dar la noticia negativa desde principio, lealtad, respeto, conciliación previa, ofrecer la información completa de cualquier asunto que es de ínterés del grupo, no hacer negocios ilegales o de dudosa reputación ante la sociedad, justicia con los empleados, confidencialidad, no pertenecer a partidos o movimientos políticos, no hacer declaraciones públicas contra ninguna persona ni institución.
Sostuvo que los hijos y nietos deben reconocer y agradecer profundamente a los fundadores de la empresa familiar porque han conseguido que haya perdurado por sus esfuerzos y trabajar de manera correcta.
Puso como ejemplo el árbol que muchos años después de haber sido sembrado en cada cosecha entrega sus frutos y disfrutan quienes no lo plantaron. «Eso hace el fundador de una empresa familiar, la disfrutan y se benefician las siguientes generaciones».
Citó a su padre (José Luis Corripio Estrada -Pepín-) quien afirma que «somos administradores temporales; nadie tiene nada, todos llegamos sin nada y dejamos este mundo sin nada. Todos los logros materiales quedan para beneficio de las generaciones futuras».
La ceremonia
La conferencia del licenciado Manuel Corripio Alonso la organizó el capítulo San Francisco de la Cámara Americana de Comercio. Se tituló La Empresa Familiar, Relevo Generacional y Supervivencia Económica. Tuvo lugar la noche del jueves 10 de abril en el salón de actos de la Ciudad Ganadera.
Contó con la asistencia de un nutrido público integrado por empresarios, profesionales y comerciantes de la región.
Las palabras de bienvenida las pronunció el director local de la Cámara empresario Carlos Eliseo Negrín (Seo) quien además leyó la semblanza del conferencista.
Las palabras de clausura estuvieron a cargo del doctor Teófilo Pérez García, pasado presidente de esa institución.
Sirvió de maestro de ceremonias el señor Gidel Mateo, gerente de provincias de la Amchamrd.




