Sí, cansado de tratar de hacerme rico bajando el lomo doce horas diarias durante años y años, de hacer mil y un negocios ruinosos por falta de capital inicial, he decidido conseguir esa meta crematística tan lícita como cualquier otra de una manera nada nueva ni original, pero que ha dado tantos resultados positivos a otros miles y miles de fracasados como yo, y esa manera es la política.
Me he metido en la política, el otro día me inscribí en un partido con poder, nada de comenzar en una agrupación pequeña que como el pan chiquito nadie la quiere y que solo existen para pedir exoneraciones, cuotas, y limosnas para campañas que solo benefician a sus máximos dirigentes. Me he apuntado al más grande del país y que está gobernando desde hace años y tiene todas las posibilidades de seguir haciéndolo por muchos más.
Es verdad que hay miles como yo buscando su oportunidad y con aspiraciones de llegar a ser presidente cosa sumamente difícil para los que no tenemos madera, ni capital, ni capacidad para llegar a tan alta y deseada posición. Sí, yo no tengo esas posibilidades, lo reconozco, pero mis metas son más modestas.
No quiero la ñoña, ni la silla, ni el poder, ni ser ministro, ni secretario, ni embajador. Solo aspiro a tener la dirección de alguna institución fantasmal, camaleónica y parasitaria del Estado de esas que no se sabe bien ni dónde están, quiénes las manejan, qué hacen y ni para qué existen, pero se les destina un presupuesto modesto y aceptable. Las hay en cantidad, a montones, a lo largo y ancho de la República y suelen ser desdeñadas porque en ellas no se medra o escala a posiciones relevantes.
Solo se envían a segundones del partido a los que hay que dar su ración de goma o a destutanados por hacer sombra peligrosa a figuras destacadas. Es una especie de destierro o confinamiento remunerado. Apenas se las menciona en palacio o en los medios de comunicación y pasan prácticamente desapercibidas para los ciudadanos.
Me voy a sincerar, quiero hacerme rico, pero no multimillonario, solo aspiro a una casa decente para mí y para cada uno de mis dos hijos, un buen carro y una cuenta en el banco que reditúe seiscientos o setecientos mil pesos al mes para vivir cómodo, con ese nivel económico me es suficiente, no soy ambicioso en exceso.
Y ahí está el quid y el talento de mi estrategia política, no ¨distraer¨ demasiados recursos que se puedan notar o señalarte, porque con las decenas de miles y miles de millones que ahora se roban en comisiones ilegales o de manera directa a cada rato y que además se les manda tranquilos a sus casas a los autores y corruptos quién se va a fijar en la falta de apenas un centenar de milloncitos de pesos viejos y devaluados de la caja chica y que en la política dominicana son apenas una propina al conserje
Nadie, ni la Cámara de Cuentas enfrascada en sus cuentos y problemas como está a cada momento, ni Juancito el inspector caminador que siempre pasa de largo ante estas pequeñeces, ni el médico chino que a falta de pacientes con tantas clínicas y laboratorios como hay ahora está vendiendo picapollo en una esquina concurrida de la Duarte.
No me negarán que soy listo, sagaz y prudente, y por ello con toda seguridad voy a conseguir mi meta trazada en cuatro o cinco años, entonces todavía seré joven y me quedará toda una vida madura para disfrutarla con tranquilidad.
Por cierto, al entrar en el partido me hicieron una entrevista y me preguntaron por qué deseaba ser político, les respondí que para servir a mí país, que el país necesitaba gente dispuesta a trabajar y sacrificarse como yo, y que todo mi esfuerzo sería para mantener al presidente todo el tiempo que se considerara oportuno, ante estas respuestas tan manidas, cortas, estúpidas e insinceras vi como entre ellos se guiñaban un ojo y decían, este no es inteligente, no es una amenaza futura, apuntémoslo para la Dirección de Guarismos sin Indexación Catastral en Términos de Socialización Inspirativa.
¿Qué les parece? Mi sagacidad me llevará lejos, pero no demasiado, solo hasta la meta que me he trazado. Cien millones o unos poquitos más, no muchos más que puedan notarse.