En una entrega anterior afirmaba que la escuela convenicional crea ganadores y perdedores; en esta ocasión aspiramos presentar la escuela como Deming la denomina “Sitio de Aprendizaje”, donde el maestro desempeña el rol de “consejero de aprendizaje”; en connivencia con los intereses de los alumnos /as y haciendo acopio de las informaciones que los padres suministran respecto a sus hijos convertidos en alumno/as.
La escuela y la comunidad deben caminar juntas, hacia una meta común ya ela-borada; sus puertas estarán abiertas a todas las manifestaciones de la comunidad, no debe haber verja que separe la escuela del resto comunitario, porque ésta es un miembro más de esa colectividad.
El aprendizaje debe producir alegría al alumno y ésta alegría debe perdurar a medida que prosiga en su educación, de manera que no debe imperar el temor al fracaso, sino la alegría al descubrimiento de nuevos aprendizajes, y éste (el aprendizaje) debe estar abierto a los estilos e intereses de los educandos.
El niño accede a la escuela como un “campo de juego justo”, en donde la cultura y el ambiente no hiciera que fueran considerados como seres “menos inteligentes”, “menos humanos” o “menos valiosos”.
El sitio de aprendizaje “rechaza la idea que los niños van a la escuela a que se les enseñe”. Se reconoce que éstos llegan a la escuela con aprendizajes previos. Han aprendido a caminar, vestirse, explorar, traducir sus palabras que pueden comunicar a otros, expresar sus sentimientos y trabajar con varias clases de objetos.
Los padres han sido maestros especiales y “consejeros” amorosos, vigilantes y tiernos que han comunicado sus espectativas sin programas, sin exámenes, calificaciones, informes, ni graduaciones; es decir, el sitio de aprendizaje de Deming es una “extensión de lo mejor del hogar” de donde emergen niños creadores, cariñosos, enérgicos, afables, entusiastas, leales, alegres, respetuosos, críticos y autocráticos.