En un gesto significativo de apoyo eclesiástico, la Conferencia del Episcopado Dominicano (CED) se unió al pueblo de la República Dominicana para manifestar solidaridad con la Iglesia católica en Nicaragua, que enfrenta un clima de persecución y violencia.
Los obispos de la CED, en sintonía con la convicción de que la Iglesia es un cuerpo indivisible, han expresado su preocupación ante la difícil situación que enfrenta la Iglesia católica en Nicaragua. Monseñor Rolando José Álvarez Lago, sacerdotes, agentes pastorales y laicos han sido injustamente encarcelados, generando gran consternación. Además, las Diócesis de Matagalpa y León se encuentran desprovistas de sus líderes sin justificación aparente, profundizando la crisis eclesiástica en el país centroamericano.
La acción represiva incluye amenazas y expulsiones de congregaciones religiosas, la incautación de instituciones educativas católicas y la revocación de la ciudadanía a quienes discrepan con el sistema en el poder. La manifestación pública de la fe se ve coartada y las comunidades eclesiales y grupos sociales enfrentan persecución. Las autoridades también intentan silenciar las voces de liderazgo tanto eclesial como nacional.
Los obispos dominicanos, recordando su propia historia, señalan que comprenden los desafíos que enfrenta la Iglesia católica en Nicaragua, ya que en el pasado su propia nación superó dificultades similares tras una dictadura. En este sentido, reafirman su compromiso de cercanía espiritual, enviando sus oraciones al Dios de la vida, al Príncipe de la Paz y al Señor de los Señores. Estas plegarias buscan brindar perseverancia, libertad y serenidad a la Iglesia y al pueblo nicaragüense.
La Virgen María, venerada como la Purísima por los nicaragüenses, es invocada con especial devoción por los obispos como fuente de fortaleza en tiempos de adversidad.
La solidaridad eclesiástica entre las naciones trasciende fronteras y une a los creyentes en la búsqueda compartida de justicia y paz. Los obispos dominicanos reiteran su apoyo continuo al pueblo de Nicaragua y su Iglesia, manteniendo una posición unida en oración y acción durante este tiempo desafiante.
Con la esperanza de que la fe y la determinación guíen hacia un futuro de prosperidad y libertad para el pueblo nicaragüense, los obispos concluyen su mensaje de solidaridad.