Todavía en el pueblo dominicano sangran las heridas y sufrimientos, que dejaron las cobardes e inhumanas invasiones militares de los Estados Unidos, ejecutadas a sangre y fuego en 1916 y 1965.
Guardando la distancia, el pueblo haitiano ha sido intervenido de manera militar en 16 ocasiones, dejando un saldo trágico y negativo en importantes áreas, destacándose la violación a los derechos humanos.
Es sorprendente que todos los países que forman parte de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), han saludado que su Consejo de Seguridad haya decidido la intervención a la nación haitiana, a sabiendas que podrían estar afilando cuchillos para sus propias gargantas.
Quizás la presente intervención se justifica, culpa del surgimiento allí de bandas armadas, que en los últimos años ejecutan crímenes horrendos y violan mujeres a la luz del día, mientras su liderazgo es batuta y Constituciòn en las calles haitianas.
Es por ello que sembrada esa brutal situación de inseguridad, se justifica enviar la misión militar, que esperamos no termine lacerando las libertades públicas y deje allí instalado un tirano, como el que dejaron en este país en el 1966, tras culminar la revolución constitucionalista que lideró el coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó.
En verdad que el pueblo haitiano es merecedor de un futuro diferente, sin importar quién caiga en el camino.