Querido Dios, para este próximo año 2024, no te pido más nada, solo quiero conservar lo que tengo.
No te pido que me aumentes la fe, déjame con esta pequeña mostaza de fe y la práctica de tu voluntad.
No quiero nuevos amigos, sin embargo no te lleves en varios años a los pocos que me quedan.
Querido Dios, no voy a votar en las próximas elecciones, no tengo candidatos confiables, déjame sin votar; la nueva novia que te pedí el año pasado, déjalo sin efecto, déjame con mi vieja que la llevé al médico y el doctor le controló la tos nocturna, la hipertensión, la diabetes, la artritis, el dolor de la pierna izquierda y los pequeños mareos y hasta le ha aumentado su responsabilidad sexual conmigo cada 15 días o una vez al mes, pero sin fallar.
Querido Dios, no me mande el Loto Más, solo quiero el Loto pelado, sin el Más, mis necesidades, no son tan grandes.
Dios te recuerda que hace varios años te pedí que quería aprender a cantar, pero según tu lista espiritual solo quedan posibilidades de cantar reggaetones, dembow y merengue callejero, entonces si es así no me interesa cantar ni este año, ni nunca.
Querido Dios, te pedí que quería ser más inteligente, pero estoy leyendo un libro que se llama Historia de la estupidez humana, y dice que la inteligencia combinada con el egoísmo produce ideas estúpidas y me dio miedo que un deseo estúpido me motive hacer un candidato a regidor, de otras candidaturas o hasta deseo de ser candidato a presidente.
Querido Dios, quería ser pelotero no por el bate, sino por los dólares que se ganan, pero alguien dijo que el dinero no es para todas las cabezas. Que el dinero en cabeza mala produce conductas estúpidas que ponen en peligro el futuro del mismo pelotero; Dios mío, déjame sin guantes, sin bate, apenas con las dos bolas que indica cuál es mi género biológico, ya que hay varones que creen que son hembras y hay hembras que creen que son varones.
Solo una cosa te pido, déjame en la grada viendo el juego sin correr el riesgo que me den un bolazo.
Querido Dios, el año pasado te pedí ser diputado o senador para pasarme cuatro años sin trabajar, pero me pagan todos los proyectos estúpido que pueda crear en cuatro años y de ser posible una pensión de por vida.
Querido Dios, te pedí que quería ser famoso, porque todo el mundo los quiere, y los que no somos famosos nos se entierran sin gente, sin la banda de música, sin panegíricos, con poco café, sin carro fúnebre, sin mujeres que se pongan malas de tanto gritar, ni siquiera un maldito borracho que diga en voz alta, «él no era tan malo, era un hombre bueno», y alguien lo mande a callar.
La caja de muerto está hecha de pino chileno, con manubrio de plomo derretiro de batería de carro y el Jesucristo de plomo que está arriba de la caja, es una sombra apagada de un Jesucristo que puede ser confundido con la nada.
Querido Dios, en mi afán de ser famoso, te pedí dos uniformes uno de Superman y otro del hombre araña para combatir a los maleantes que roban bancos, financieras, bancas de apuestas, prestamistas decentes, niños ricos secuestrados, pero que la gente nunca supiera que era yo.
Pero este deseo ya se me quitó porque los superhéroes solo defienden a los ricos.
Atentamente
Manolo Bonilla, el ex hombre araña.