Cuando la libertad de prensa en el pueblo dominicano era propiedad de la reacción más rancia que se expresaba en la Era de Trujillo y en el Gobierno de los 12 años del doctor Joaquín Balaguer, se levantaron hombres y mujeres para hacer valer su derecho constitucional de informar los hechos tal y como sucedía.
En ese recorrido sin miedo y sin temor, cayeron lumbreras de la prensa dominicana, siendo la de mayor impacto nacional e internacional, la del periodista Orlando Martínez, ocurrida en las cercanías de la UASD, el 17 de marzo de 1975, cuyos autores materiales aún no pueden conciliar el sueño.
Esa conquista del pueblo dominicano, es innegociable ante cualquier gobierno y ante cualquier autoridad, porque la misma está consagrada en la Constitución Dominicana, la Declaración Universal de los Derechos Humanos y en la Ley número 10-91, que reconoce la existencia del Colegio Dominicano de Periodistas.
El pasado domingo 18 en el Colegio Electoral instalado en la escuela “Divina Providencia”, un agente de la policía electoral, quiso impedir la labor del periodista Vladimir Paula, un intento que podría dar inicio a que el Cuerpo Policial vuelva sus andares para golpear la libertad de prensa.
Esa acción, que luce propia de ese agente, desconocedor de nuestras leyes, ha sido adversada por el Colegio Dominicano y quienes entendemos que la libertad de prensa lograda hasta el momento, es innegociable al costo que sea.