Hace un tiempo ya, científicos de los Estados Unidos llevaron a cabo una serie de estudios sobre una avispa dominicana, que por efectos de la evolución producida solo en nuestra isla, se convirtió en un nueva especie, fenómeno natural que despertó mucho interés entre la comunidad entomológica universal.
Y esto es bueno porque de alguna manera estuvimos en los medios internacionales con algo positivo, como sucedió con el ámbar dominicano que aparecía en los inicios de la película Jurasic Park, y no por algún escándalo o deficiencia social «Made in D.R.», tipo corrupción, preñez tempana, accidentes o lectura precaria a los que ya estamos tan acostumbrados.
Pero los científicos han escudriñado más a fondo nuestra abundante y curiosísima fauna y flora local, descubriendo para su sorpresa otra especie de insecto mucho más interesante, que si bien no es tan nueva porque existe desde hace mucho tiempo, ya ha alcanzado su madurez y estabilidad genética y ha adquirido propiedades comunes en todos sus individuos de la especie que se transmiten por herencia, o se adquieren por imitación entre los ejemplares de sus colonias.
Nos referimos a los conocidos como Chupópteros Humanus, cuyo nombre científico es ‘ depredatoris sine limites’ insectos gigantes que en lugar de tener un tamaño reducido y las ocho patas que caracterizan a este orden, poseen la envergadura, peso y forma idénticas a las personas, dos patas y dos brazos, pero su gran voracidad por los bienes materiales, la increíble pericia para obtenerlos, y la falta total de escrúpulos y de ética, los diferencian netamente de los humanos comunes, convirtiéndolos así en seres nocivos.
En vez de arrastrarse o volar, se desplazan bien erectos, vestidos con buenos trajes, excelentes corbatas, vistosos anillos y relojes de marcas costosas, y aunque pueden caminar, apenas lo hacen por pura pereza, ya que prefieren desplegar sus duras alas e ir rasantes en lujosas yipetas o por los aires en costosos jets.
Los Chupópteros Humanus se alimentan principalmente a base de néctares y jugos de flores monetarias, preferiblemente con pétalos y cálices ricos en pesos, dólares o euros, si bien no descartan otros tipos de plantas con libras esterlinas británicas, yens japoneses y hasta reales brasileños.
Su hábitat es variado y extenso, se encuentran en todas los campos y ciudades del país si bien prefieren buscar sus alimentos cerca y dentro de los palacios presidenciales, o cualquier otro tipo de dependencias oficiales o privadas donde suelen encontrarse las mejores y más abundantes plantaciones de dinero .
Pueden vivir en ambientes muy diversos, pero prefieren moverse en los altos círculos políticos y empresariales para poder libar sus alimentos con mayor facilidad y disimulo . Todos anidan en grandes mansiones, lo más deslumbrantes posible, de acuerdo a sus habilidades de absorción, crecimiento y de supervivencia.
Su voracidad no tiene límites y pueden engullir, en solo unas horas, su propio peso en billetes, cheques o monedas, dado que su potente y rápido aparato digestivo asimila todo tipo de divisas, si bien prefieren las papeletas con denominaciones de mil o dos mil, y que guardan celosamente en unos estómagos parecidos a los de los rumiantes dotados de múltiples cavidades en forma de bóvedas bancarias nacionales, o preferiblemente extranjeras.
Chupan con unas trompas muy largas y muy hábiles desarrolladas por generaciones durante siglos para estos fines, y que las introducen de manera directa y sigilosa en los contratos del Estado, en las compras de aviones, en los acuerdos de concesiones mineras, en la adjudicación de todo tipo de obras, en la compra de autobuses para el transporte público, en la sobrevaluación de presupuestos, en las importaciones de alimentos populares, en las auto asignaciones de sueldos y retiros, en los préstamos internacionales, en las dietas y viáticos para convenciones y viajes, y allí donde haya cualquier posibilidad de calmar en lo posible sus insaciables apetitos mercuriales.
Sus efectos sobre los restantes miembros de los panales o nidos donde viven, los humanos de verdad, son enormes pues les sustraen grades recursos para su alimentación, de sanidad, educación y otras muchas necesidades básicas, causándoles graves perjuicios en su diario vivir y ante tanta abundancia de ellos al parecer se reproducen por generación espontánea.
Los Chupópteros Humanus han adquirido a lo largo de generaciones, como las cucarachas, una inmunidad contra toda clase de venenos e insecticidas posibles, como las acusaciones formales, los juicios contra ellos en cualesquiera de sus instancias, las pruebas irrefutables presentadas en su contra, o lo que pueda decir la opinión pública, esta inmunidad les garantiza una mayor tasa de reproducción, y la continuidad como insectos perniciosos, parasitarios e indeseables.
Si los investigadores internacionales viniesen a analizar esta especie autóctona, tendrían mucho material para estudiar…eso si no les llegaran a chupar sus fondos económicos asignados, y hasta ese mismo material de estudio producido. Ya hemos señalado que son tan hábiles y depredadores…