Señor Maniquí, pensé que tu historia era más simple, según la Enciclopedia tu origen tiene tiempo, hasta siglos de haber sido creada, y no eres francés si no de África especialmente de Egipto, pero el maniquí moderno fue presentado en 1894, en una exposición de moda en París, Francia. Algo más, según la Real Academia de la Lengua Española, te definen así: figuras móviles que puede ser colocada en diversas actitudes. Tiene varios usos, pero definir a alguien como un maniquí significa: una figura débil, persona pacata que se deja gobernar por los demás y no dice nada. Como el Maniquí, sigue diciendo el diccionario, que pacata es una persona pasible, mansa, tranquila, buena gente y creo que hasta pendeja.
Señor Maniquí, como dice la gente chismosa, te voy a contar algo, pero no se lo digas a nadie.
Tengo un amigo o mejor bien un conocido que es rico, pero no un burgués, no es casado, pero no es maricón, camina como un hombre y habla tan decente como los burgueses, creo que fue criado en una familia educada.
Él citó a Federico García Lorca y dijo: Hay almas a las que uno tiene ganas de asomarse, como a una ventana llena de sol”; me gustó, pero me asustó cuando dijo los versos del poeta inglés John Donne: “Nadie es una isla, completo en sí mismo; cada hombre es un pedazo del continente, una parte de la tierra”, pero más me asustó cuando dijo los versos de Julio Cortázar: “Si me ves por alguno de tus pensamientos, abrázame que te extraño”.
Querido Maniquí, te cuento que el rico me invitó a unos tragos cerca de la piscina, pero primero trajo al maniquí en traje de baño con un bello sombrero de playa y unos lentes oscuros.
La sentó a mi lado y ella no dijo nada. Le brindó un trago y tampoco hizo nada, nos bajamos la botella y ella (el maniquí), se quedó sentada, nos bañamos, descorchamos otra botella de vino y el maniquí seguía sentada con la copa de vino llena, nos fuimos al comedor y el amigo rico sentó el maniquí frente a mí y no dijo nada.
Bebimos, comimos, hablamos y ella (el maniquí), no comió nada. Él la paró, la puso en posición de bailar y junto a la canción de Sofi se puso como un loco a cantar: “Ayer cuando nos separamos me dieron ganas de llorar porque sabía que el tiempo de los implacables nos quiere matar”.
Al terminar la canción, él abrazó el maniquí y ella no hizo nada.
Querido Maniquí, te sigo contando que llegue a mi casa con el mismo jumo de la semana pasada, a mi mujer la encontré en la misma silla, frente al televisor con el mismo programa, con la misma ropa, le brindé un trago, le hablé de la cena y no dijo nada, prendí el radio la invité a bailar, se quedó sentada, me puse a cantar la de Sofi: “locura tengo con tu nombre locura. Tengo por tu voz locura. Tengo por tu boca que se torna roja cuando la beso yo».
Querido Maniquí, te confieso que amanecí con el mismo jumo de ayer, mi mujer al lado, con la misma ropa, en la misma posición de siempre y sin decir nada y le pregunté por última vez, ¿quién eres? y ella me dijo la misma Maniquí con la que soñaste anoche y hablaste mil mierdas sin hablar conmigo.
Atentamente,
Manolo Bonilla, El Maniquí.