Santo Domingo, República Dominicana. La economía dominicana ha experimentado un notable progreso en los últimos años, posicionándose como uno de los mercados emergentes más prometedores de América Latina. Según el análisis presentado por Elisa Vilorio de Painter y Julio Andújar Scheker en su artículo «República Dominicana: Avances económicos y perspectivas de grado de inversión», el país ha logrado consolidar su estabilidad económica desde la adopción de una estrategia de política monetaria basada en metas de inflación en 2012.
Esta política ha permitido un crecimiento económico promedio del 5.0 % anual, con una inflación controlada en torno al 4.0 %, lo que ha fortalecido la confianza de los inversionistas y ha impulsado la inversión extranjera directa (IED).
Uno de los puntos clave que destacan Vilorio de Painter y Andújar Scheker es la mejora en la percepción de riesgo país por parte de los mercados internacionales. En 2022, Standard & Poor’s (S&P) elevó la calificación de la deuda soberana dominicana a BB con perspectiva estable, mientras que en 2023, Moody’s revisó su perspectiva de estable a positiva, argumentando avances significativos en el manejo de la economía y en indicadores clave como las reservas internacionales, la inflación y las expectativas de crecimiento.
Sin embargo, a pesar de estos logros, el país aún enfrenta retos importantes para alcanzar la codiciada calificación de grado de inversión. Los autores subrayan la necesidad de implementar reformas estructurales adicionales, especialmente en los sectores fiscal y energético, para consolidar los avances y reducir aún más la percepción de riesgo. La reforma fiscal, la reducción de pérdidas en el sector eléctrico y el fortalecimiento de la institucionalidad son señalados como aspectos críticos para alcanzar este objetivo.
El reportaje también señala la asimetría existente entre la percepción de riesgo de los inversionistas y las calificaciones otorgadas por las agencias calificadoras. A pesar de que el índice de bonos de mercados emergentes de JP Morgan (EMBI) muestra que los inversionistas perciben la deuda dominicana como menos riesgosa en comparación con otros países de la región que ya cuentan con grado de inversión, las agencias calificadoras aún no han otorgado esa calificación a la República Dominicana. Este punto plantea interrogantes sobre los criterios utilizados por las calificadoras y la influencia de factores externos, como las políticas monetarias de Estados Unidos, en las decisiones de inversión.
Otro aspecto destacado en el análisis es el papel fundamental de las reservas internacionales y la diversificación de las exportaciones en la reducción de la vulnerabilidad económica del país. Desde 2003, las reservas internacionales brutas (RIB) han mostrado un crecimiento sostenido, alcanzando casi el 13 % del PIB al cierre de 2023, lo que proporciona una mayor estabilidad al tipo de cambio y reduce la exposición del país a choques externos.
La República Dominicana también ha mostrado un desempeño sólido en la atracción de inversión extranjera directa. Durante los primeros seis meses de 2024, la IED alcanzó más de US$2,300 millones, con expectativas de superar los US$4,500 millones al cierre del año, posicionando al país como el principal receptor de IED en Centroamérica.
En conclusión, Vilorio de Painter y Andújar Scheker presentan un panorama optimista pero cauteloso sobre las perspectivas de la República Dominicana para alcanzar el grado de inversión. Si bien los avances económicos son innegables, el país debe continuar fortaleciendo sus fundamentos macroeconómicos y abordar los desafíos pendientes mediante reformas estructurales e institucionales. La capacidad del país para navegar en un entorno global incierto será clave para alcanzar este importante objetivo y continuar su desarrollo económico y social.