La frase «las oportunidades son para quien las puede aprovechar» nos recuerda que el éxito no depende solo de la suerte, sino de nuestra propia capacidad para identificarlas y actuar en consecuencia. Para ello, es fundamental estar preparados con los conocimientos y habilidades necesarios, ser proactivos en la búsqueda de nuevas posibilidades, y superar el miedo al fracaso.
Las oportunidades pueden aparecer en cualquier momento y requieren que actuemos con rapidez y decisión. A veces implica salir de nuestra zona de confort, asumir riesgos y enfrentar lo desconocido. No debemos esperar pasivamente a que las cosas sucedan, sino buscar activamente las oportunidades, identificar las necesidades del mercado y desarrollar nuevas ideas. Es importante recordar que no todas las oportunidades que aprovechamos se convierten en éxitos, pero aprender de nuestros errores nos permitirá adaptarnos y seguir adelante en el camino hacia nuestras metas.
Hay una fábula de Esopo que cuenta que una vez una zorra hambrienta que, al pasar por debajo de un manzano, vio un mono que le ofreció una jugosa manzana. Con la boca haciéndole agua, la zorra saltó una y otra vez, tratando de alcanzarla, pero estaban demasiado alta, y comprendió que el mono tampoco la ayudaría y que su ofrecimiento era pura burla, entonces después de varios intentos fallidos, la zorra, cansada y frustrada, se alejó murmurando: «Bah, esas manzanas seguramente están verdes y agrias», el obstáculo no es simplemente la altura, la dependencia de la zorra hacia el mono puede interpretarse además como una crítica a aquellos que esperan que otros les solucionen los problemas o les den todo servido, en lugar de buscar soluciones por sí mismos.
Esta fábula ilustra un sesgo cognitivo común en la toma de decisiones, conocido como disonancia cognitiva. Esto ocurre cuando nuestras acciones no se alinean con nuestras creencias o deseos, y para aliviar la tensión interna, justificamos nuestras acciones o cambiamos nuestras creencias. Equivocarse es de humanos, pero “culpar a otros de nuestros fracasos es más humano todavía” reza un viejo adagio.
En el contexto administrativo, esto puede manifestarse de diversas maneras, por ejemplo, justificar una mala decisión, un gerente puede tomar una decisión apresurada y, al ver que los resultados no son los esperados, en lugar de reconocer su error, busca justificaciones para evitar la responsabilidad. Como la zorra, que, en lugar de admitir su incapacidad para alcanzar la manzana, las desprecia, por otro lado, resistirse al cambio es también otra forma de manifestación del efecto descrito en la fábula, una nueva estrategia o tecnología puede ser beneficiosa para la empresa, pero un gerente, aferrado a las viejas prácticas, puede resistirse al cambio, argumentando que «lo nuevo» no es adecuado o no funcionará. No reconocer las oportunidades, por miedo al fracaso o a lo desconocido, o simplemente para “no complicarse la vida” hace que un administrador desestime una oportunidad prometedora, convenciéndose a sí mismo de que no vale la pena el riesgo o el esfuerzo, como la zorra que decide que las manzanas no valen la pena.
Para evitar caer en la trampa de la zorra, el mono y la manzana, los administradores deben ser conscientes de sus propios sesgos, reconocer que todos tenemos prejuicios y que estos pueden influir en nuestras decisiones. Buscar información objetiva, basar las decisiones en datos y análisis, no en suposiciones o emociones, además estar dispuestos a cambiar de opinión sobre todo si las evidencias sugieren que una decisión fue incorrecta, es importante estar dispuesto a rectificar y cambiar el rumbo. Fomentar la crítica constructiva y aceptar con humildad los errores cometidos crea un ambiente donde los empleados se sienten libres de expresar sus opiniones y cuestionar las decisiones, sin temor a represalias.
Pero no todo depende del individuo devenido en jefe, el entorno juega un papel importante en la toma de decisiones. Por ejemplo, una cultura empresarial que castiga los errores puede fomentar la disonancia cognitiva y la resistencia al cambio. Una comunicación abierta y transparente es fundamental para evitar malentendidos y facilitar la toma de decisiones. En la fábula, si la zorra no considerara al mono como un elemento distractor o entorpecedor y hubiera comunicado claramente sus intenciones, se podría haber evitado la frustración y el autoengaño, simplemente conocer la posición del otro es una fuente importante para organizar las variantes de accionar. Un buen líder debe ser capaz de inspirar confianza, promover la colaboración y crear un ambiente donde se valore la innovación y la toma de riesgos calculados.
¿Y tú, si fueras la zorra, que harías para comerte la manzana?