En la mayoría de los casos de feminicidio, el agresor suele alertar a sus víctimas con amenazas constantes. En algunos, incluso, llegan a las agresiones físicas además de las verbales. Nos preguntamos: ¿recibimos estos mensajes de alerta y no hacemos nada? ¿Por qué aceptamos una última salida, un regalo, o cualquier gesto de acercamiento?
Tal vez lo hacemos porque aún queda algún sentimiento, por los hijos, o por los años compartidos. Ese parece haber sido el caso de Jennifer Peña, la primera víctima de feminicidio del año 2025.
Su hermana, Jacqueline Espinal, relató que el agresor ya había advertido en varias ocasiones que acabaría con la vida de Jennifer, la suya propia.
Jennifer residía en el sector Cambronal y tenía 43 años, recibio 18 años de maltrato y nunca lo denuncio, Su historia es un recordatorio de que debemos prestar más atención a las señales.
Estas tragedias afectan no solo a las víctimas directas, sino también a los hijos y familiares que quedan con un profundo dolor.
El feminicidio de Jennifer Peña se suma a los de muchas mujeres cuyas parejas o exparejas creen tener derecho sobre sus vidas.
Actuar a tiempo puede marcar la diferencia. Las señales están ahí, y debemos escucharlas para proteger a quienes podrían convertirse en las próximas víctimas.