En sentido general se puede definir la oratoria como el arte hablar con claridad y coherencia, cuyo propósito es transmitir un mensaje, ya sea para informar, entretener o persuadir.
Según el escritor, periodista y conferencista venezolano, Miguel Zambrano, la oratoria es el arte de hablar con elocuencia, es una habilidad que implica conectar con la audiencia, influir en ella y cautivarla. Es un arte que va más allá de las palabras.
Tomando en cuenta esas consideraciones, es evidente que los profesionales de la educación son oradores en su máxima expresión, ya que, por las características propias de su rol están obligados tener una comunicación de impacto positivo con sus estudiantes, para captar su atención, mantenerlos motivados y lograr en ellos aprendizajes significativos.
En tal sentido, cuando vinculamos la oratoria al ámbito pedagógico, se puede conceptualizar como la disciplina cuyo objetivo es transmitir conocimientos y cultura general a través de la palabra hablada.
Todo profesional de la educación, en el ejercicio de su labor como docente, debe procurar una comunicación asertiva y efectiva con sus estudiantes, para ello, debe prestar gran atención a su discurso, ya que de ello depende en gran medida el éxito o el fracaso de su práctica áulica.
Como oradores, los docentes deben conocer la importancia de utilizar correctamente los elementos en que se apoya la expresión oral, la que a su vez constituye la capacidad de transmitir ideas y pensamientos a través del habla (dicción fluidez, volumen y entonación).
Cuando se habla de dicción, se refiere a la forma de articular o pronunciar cada palabra, la fluidez es capacidad de producir un habla espontánea sin la necesidad de pausas excesivas en la búsqueda de palabras, el volumen, es intensidad o fuerza de la voz y la entonación es la variación del tono de la voz.
La correcta aplicación de estos elementos garantiza un discurso receptivo, donde los estudiantes captan el mensaje con mayor rapidez, dan respuestas más coherentes, permite transmitir mensajes más efectivos, fomenta la confianza, crea un clima de orden, respeto, disciplina, y crea las condiciones para la construcción de aprendizajes significativos.
Otro elemento importante que suma al éxito del discurso del docente, es el lenguaje corporal, definido como la forma de comunicación no verbal que se basa en la postura, en los gestos y los movimientos de cuerpo.
En tal sentido el docente debe prestar atención a los siguientes aspectos:
- Mantener el contacto visual con los estudiantes: esto genera confianza, proyecta seguridad y autoridad en el discurso, además, se logra que la atención permanezca y se muestren más receptivos.
- Evitar movimientos exagerados o repetitivos: dichas exageraciones más que mantener un ambiente de atención y escucha activa, puede significar una distracción para los estudiantes.
- Sonreír, asentir con la cabeza, realizar gestos amigables y no agresivos: los estudiantes deben sentirse en un escenario acogedor, donde quien les habla se muestre como una persona afable, empática y segura de si misma.
- Escuchar las inquietudes de los estudiantes: esto permite que los mismos se involucren en el proceso de aprendizaje, desarrollen habilidades del pensamiento crítico y mejoren su comprensión del contenido tratado.
- Hacer un pequeño chiste que demuestre confianza en sí mismo y experiencia en el tema: esta práctica no le hará ser un docente desenfocado de la intención pedagógica, siempre y cuando, se pueda guiar la jocosidad a la motivación de los estudiantes con relación a las competencias que se quiere desarrollar en ellos.
- Mantener una buena postura: el docente debe mantener una postura corporal estirada y sin tensiones innecesarias que le impidan moverse con naturalidad. Lo ideal es permanecer sentado el menor tiempo posible, ya que esto puede influir en cómo los estudiantes perciben el nivel de motivación y entusiasmo para impartir la clase. Además, es importante hacer desplazamientos por los asientos, esto le permite tener mayor control de la disciplina y da la oportunidad de brindar atención personalizada a aquellos estudiantes que así lo requieran.
Finalmente es necesario puntualizar que todo orador debe preparar con anticipación su discurso, pensando siempre en el tipo de público a quien va a dirigirse. Un buen orador procura dominar su discurso a la perfección, hace sus anotaciones y ensaya cuantas veces sea necesario. Esto le brinda seguridad al hablar, confianza en sí mismo y demuestra dominio del tema frente a su audiencia.
Así mismo, el docente jamás puede entrar a su aula sin antes planificar el contenido a trabajar, una planificación enfocada no solo a las exigencias curriculares, si no también diseñada pensando en el grupo de estudiantes y en sus intereses.
Planificar con antelación, revisar cada detalle, ensayar el contenido, sobre todo, poner una dosis de amor y motivación en cada palabra, garantizará el éxito de la práctica de aula.