La ley puede ser definida como la fuerza terrenal que sustentada en preceptos humanísticos, nos impide hacer daño a otros seres; sean éstos humanos o no. Académicamente hablando es el «conjunto de normas que rigen la sociedad.»
Al situarnos en la perspectiva idealista, las leyes provienen de los dictámenes sobre naturales que han emanado de un ser Supremo ulterior al planeta tierra. Para los occidentales…, por ejemplo , llega rauda a la memoria los mandatos divinos realizados, según Moisés, por Dios a la primera pareja que existió en la humanidad. Mismos que constituyen el principio de la base mandatoria extraterrestre para los humanos que luego se concretó en la Ley de los 10 Mandamientos dados en el Monte Sinaí.
Visto desde el ángulo ideológico materialista, se ubica el génesis de las leyes en el nacimiento de la propiedad privada. El Código de Hammurabi es el escrito más antiguos que se reconoce de las leyes humanas; aunque como se sabe, son los romanos quiénes legan a la humanidad la separación del “ius” (derecho humano) del “fas” (derecho divino).
Sugiere el enciclopedista Juan Jacobo Rousseau que las leyes son un contrato social en el que los hombres (nacidos libres por naturaleza) entregan esa libertad al Estado para que éste la administre en favor del bien colectivamente acordado. Si se asume que las leyes, sean terrenales o divinas, tienen como fin único lograr la armonía y buen funcionamiento social, podría afirmarse que la importancia per se de Las Leyes radica en que sirven para mantener funcionando el engranaje de los pueblos.
Ante todo lo planteado, cabe la cuestionante, ¿qué pasa ante la inobservancia de las leyes? Ante una anomia, el resultado es el caos. Dado que los modelos de los gobiernos actuales, sin importar la ideología política, están cimentados en El Imperio de la Ley, la inobservancia de éstas, tanto por gobernantes como por gobernados, tendrá como consecuencia directa la inoperancia del sistema. En consecuencia, el respeto al marco legalmente estatuido e instituido por parte de todos los actores del conglomerado de cada nación del mundo, es un imperativo a cumplir. Según el político mexicano Benito Juárez, «el respeto al derecho ajeno es la paz».
Queda despejado el hecho de que, solo bajo el paraguas de las leyes hay paz social, progreso y bienestar colectivo. Por tanto, son la clase política y la clase dominante las más llamadas a respetar, cumplir y hacer cumplir las leyes; a todos por igual. Lo opuesto es una nebulosa en la cual, los que más tendrían que perder son aquellos que tengan algún bien, sea su posesión material o de poder.