Ser asaltado a cualquier hora del día o de la noche es un hecho violento que despoja y sacude a quien es realizado, es mejor en esta situación no responder con más violencia y entregar sin mirar a los ojos. Desde mi experiencia propia, atracada un sin número de veces y en distintos lugares de la ciudad, ha resultado uno de los motivos de escribir acerca de esta problemática.
Antes, se decía, no sé si muchos lo recuerdan, que el ladrón o matón tenía su ética, la ética del ladrón o del matador, en ambos casos consistía en no víctimas vulnerables como mujeres embarazadas, personas ancianas y niños. Esto no perduró en todos los del oficio, pero sí en algunos que decidieron seguir la vieja escuela, encontramos un ejemplo en la ética de la mafia italiana, aunque parezca esto una fábula destructiva del mundo. También se alude a la clásica nocturnidad como aliada de quienes hacen estas fechorías, cuando se supone que la gran mayoría duerme.
De esas veces que viví en carne propia; el ultraje, la violencia verbal y psicológica, la pérdida del objeto querido, ya sea los documentos personales, una prenda, un celular, el maquillaje, y luego el sentimiento de impotencia y la indignación, es mejor dejarlo así…
Supuestamente los ladrones no tienen ética ni moral, pero nosotros tendremos menos si respondemos con la misma moneda, con violencia, matándolos o sembrando su propia semilla, pues esto no se resolvería nada. Dice un refrán popular que, “la necesidad tiene cara de hereje”, y debemos tomar en cuenta muchos aspectos antes de señalar con el dedo; antes de saber quiénes son los responsables “totales”, o sea todos los que intervienen negativamente para que esto llegue a extremos más y más infrahumanos. Todos deberíamos tener una segunda oportunidad, claro, si demostramos ser capaces de reintegrarnos a la sociedad sin causar más daños o crímenes.
A mi parecer, necesitamos políticas sociales más justas y donde se integren todos los sectores de la sociedad. Esa impunidad, que es base de la mentira y el servilismo, debe ser derribada. Juzgar a todos con la misma vara, apelando a la ley y a los mecanismos que rigen el orden, sería lo conveniente para todos. Esos factores que influyen en esta situación son varios y muy evidentes, como la falta de educación y el analfabetismo, falta de empleo y oportunidades, la problemática de la droga, la desintegración de la familia, entre otros.
La realidad es que la masa pobre crece y la falta de educación se reproduce, la inestabilidad de las familias vulnerables inciden de manera negativa en sus vidas, y las necesidades son varias. Aparentemente las políticas sociales implementadas no han dado un resultado cobertor de esa colectividad dominicana que somos; muchos de estos programas llegan a muy pocos o no se le da la continuidad que ameritan, solo benefician a unos pocos. Además la verdad y sus causas acerca de la realidad de esta situación hay que buscarla más allá de esa llamada clase baja.
Todos los sectores de la sociedad dominicana, desde la cúspide del Estado hasta los sectores más populares y aquellos más marginados, toda la voluntad del pueblo dominicano y cada uno de los que aquí vivimos, debemos esforzarnos para reconstruir una mejor sociedad. Todos podemos tener mejores condiciones de vida y tenemos el derecho de vivir tranquilamente, siempre y cuando alberguemos buenas acciones y trabajo continuo, valores humanos de no agredir a nadie, ni si quiera a nosotros mismos.
Me alegro mucho de que ésta última vez pude recuperar parte, en un programa de televisión local llevaron lo que quedó, pero la cédula y el celular no regresaron a mí… y vuelvo y me pregunto, ¿Debería haber una ética del ladrón?
La autora es poeta, actriz, monitora de letras en la UASD y coordina el Circulo Literario Ricardo Rojas Espejo. reinalissetteramirez @gmail.com