La frase que reza que «en la naturaleza no se pierde ni se crea nada sino que todo se transforma», la confirman cada día los llamados buzos del vertedero ubicado en la localidad de Porquero.
Niños y jóvenes adultos tienen como medio de producción económica buscar y clasificar los objetos inorgánicos o no degradables como metales y plásticos los cuales separan de los que son orgánicos o degradables como cajas y fundas de cartón que desentrañan de las montañas de escombros que depositan allí los camiones recolectores de basura de la ciudad del Jaya y de los distritos municipales de Cenoví, Aguayo, La Peña y Jaya.
Luis Javier Martínez de 12 años, desde hace tres años trabaja junto a su padrastro en la búsqueda de cartones, vidrios, plásticos, y demás desperdicios que se venden en el mercado de desechos recusables.
¨yo recojo botellas de vidrio, hierro y plásticos para venderlo en un puesto de la avenida Libertad. Unas semanas me gano mil pesos por las cosas de hierro, o pero otras veces recibo 500 pesos y así le doy la mitad a mi mamá y yo uso la otra parte».
Vive en el barrio Las Flores y llega al vertedero en algún camión recolector, pues su padrastro es chofer de uno de esos vehículos.. El es el segundo de cuatro hermanos que vive en una humilde vivienda junto a su madre que realiza trabajos domésticos.
«Mamá me da permiso para que yo venga a trabajar todas las tardes hasta el sábado; ella dice que para que yo esté en el barrio y me entre en cualquier acción mala, mejor que venga y yo vengo a sacar cosas viejas o que la gente bota¨.
Muchos niños vienen al vertedero con sus padres a ayudarlos y otros con vecinos ó amigos que se enfrenta a la realidad de bucear no en agua sino en desechos sólidos para producir el dinero que necesitan para alimentos, vestido, vivienda y comprar útiles escolares para estudiar.
De acuerdo al Ing. José Augusto Morel, director de Ornato y Limpieza del Ayuntamiento Municipal de San Francisco de Macorís, los camiones de estas poblaciones descargan en el vertedero unas 140 ó 150 toneladas de desperdicios por día durante los meses regulares y entre 170 a 200 diario en el mes de diciembre lleva, truene o ventee.

«Mire yo me estoy cansando de este trabajo, ayúdeme usted a conseguir un trabajito por ahí porque esto me está enfermando¨
Robinson Restituyo Burgos tiene 18 años, vive en Los Jardines del sector 24 de Abril, vive buceando para reciclar basura. De esta labor pestilente pero honrada consigue un poco de dinero que comparte con su madre.
«Pienso estudiar el próximo año y terminar el octavo para seguir el bachillerato. Me gusta la ingeniería para construir casas y obras, pero vamos a ver porque como no tengo recursos, por eso tengo que buscarmela en esto, estoy buscando un trabajito ya sea en la construcción o en ebanistería que me permita otro tipo de vida».
OIT, Pastoral Social y Cáritas contra el Trabajo Infantil
Los niños y jóvenes adultos que se ganan la vida extrayendo metales y cartones del vertedero en estos tiempos, al parecer no tienen la posibilidad de que alguna institución nacional o extranjera acuda en su auxilio como ocurrió del 2002 al 2005 cuando la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la Pastoral Social y Cáritas Dominicana dependencia de la diócesis de San Francisco de Macorís desarrollaron un programa para erradicar las peores formas del trabajo infantil en la provincia Duarte.
Abarcó la provincia María Trinidad Sánchez y tuvo buen resultado en la zona del Bajo Yuna, Las Guáranas, La Enea, la Amarga, en El Factor y en El Pozo de Nagua.
El coordinador del proyecto fue el ahora presidente del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prnesa (SNTP) Francis De León.
Dijo que eligieron esas comunidades porque se en ellas se cosecha el 33 por ciento de la producción del arroz. Primero se hizo un censo que permitíó determinar que la mayor cantidad de niños en labores agrícolas estában en esos lugares.
«Cuando hicimos el censo encontramos 2 mil 200 niños trabajando en fincas, parcelas y haciendas. Muchos tenían raquitismo, insolación y padecen otros problemas de salud y seis mil niños iban a comenzar a trabajar con sus padres o hermano».
El proyecto contemplaba sacarlos de esas condiciones, darle asistencia médica, alimentos y educación por medio de espacios para crecer y las salas de tarea, proporcionándoles los útiles escolares para que los padres no argumentaran falta de recursos para su compra.
Se conoció entonces que en las comunidades agrícolas que gran cantidad de niños no estudian cuando se trabaja en la siembra de arroz con los meses abril, mayo y junio lo que incidía en la deserción en masa de la escuela, y bajo rendimiento.
La OIT calcula que a nivel mundial existen 215 millones de niños y adolescentes trabajadores. Elena Montalbio funcionaria de esta organización para América Latina, dijo en el VI encuentro internacional contra el trabajo infantil que se realizó en fecha reciente en Panamá, que el programa ha conseguido concienciar a los padres en el sentido de que deben facilitaar y garantizar a sus hijos la asistencia diaria a la escuela. En el que evento participaron especialistas de Brasil , Centroamérica y República dominicana.
Se hace énfasis en explicarle a los progenitores que el trabajo infantil le roba a sus hijos la niñez sana, recreativa con educación y expectativas de mejor futuro.