No pretendemos hacer una biografía que simple y llanamente describa su persona y nada más, sobre éste gran atleta que se nos acaba de ir este mismo año, hacia ese lugar donde todos, tarde o temprano tenemos que partir.
Sí, se nos fue Mario Luis Ortega Rojas, a quien desde su San Francisco de Macorís querido (nuestro San Francisco) se dio a conocer con el nombre de Mario el Aguila; y recoger toda nuestra Quisqueya, con dicho nombre para honra, gloria y grato recuerdo de nosotros, los francomacorisanos que le conocimos; y por qué no, al correr el tiempo todo francomacorisano va a sentirse orgulloso de saber que Mario el Aguila fue de San Francisco de Macorís.
Mis palabras, a traves de estas letras desde EL JAYA, van para esas generaciones que no le conocieron, ni tampoco llegaron a oir de todos sus dotes de atleta, pintor, escultor y de manera especial esas cualidades humanas que como persona siempre cultivó.
Por razones lógicas de edad, no le vimos en su tiempo de atleta, pero desde mi niñez y juventud, las hazañas de Mario el Aguila siempre las escuchábamos de personas que le vieron, tanto en un ring boxeando, en una cancha de baloncesto, en otra de volibol, en un estadio de béisbol, en una pista de atletismo, lanzando jabalina, disco y otras cosas más; y en todos siempre triunfador.
Cuando el club Juan Pablo Duarte abrió la cancha de baloncesto (por los años 70’) no había una tarde en la que El Aguila no se detuviera a jugar los llamados 21, ya estaba pasando la edad de los 50 y pico, pero bastaba verlo sin camisa en la cancha, para saber qué clase de atleta era físicamente.
En una ocasión en que el legendario Pepe Lucas visitaba nuestra ciudad, específicamente en el estadio Ramón A. Perdomo, como escucha o busca-talentos, Mario el Aguila con un bate en la mano, se paró en el home-plato y le pidió a uno de los muchachos que practicaban, que le lanzaran algunas bolas, y el gran Pepe Lucas al verlo, dijo en voz alta: ¡miren a quien pudo ser un Mantle o un Dimaggio cualquiera!, y no lo fue porque nunca quiso quedarse en una sola disciplina deportiva, y nunca quiso firmar como profesional.
Así era Mario Ortega (el Aguila), cuando nosotros éramos alumnos del profesor Manuel Valerio en el departamento de Artes Manuales de la escuela primaria República de El Salvador (hoy Manuel María Castillo), el profesor Valerio cuando se refería a los buenos escultores de San Francisco de Macorís, siempre mencionaba a Mario el Aguila, y nos decía que si él (Mario) se hubiera dedicado a la escultura, habiera sido un gran escultor famoso, ya que en ese entonces en la hoy avenida Frank Grullón, exactamente donde está la plaza en honor al Dr. José Francisco Peña Gómez, habían unas esta-tuas gigantes, las cuales fueron hechas por Mario Ortega y Manuel Valerio, ayudados por Salvador Ortega (hermano de Mario).
A pesar de que Mario el Aguila había nacido de familia rica, eso no le impidió el haber cultivado buenas amistades entre los humildes del pueblo, por lo tanto, siempre será recordado, como ese héroe deportivo, orgullo de San Francisco de Macorís.
Desde aquí, lanzamos la propuesta para que el pabellón bajo techo se le ponga el nombre de Mario Ortega (El Aguila), en honor sin lugar a dudas, al mejor atleta de todos los tiempos en San Francisco de Macorís y todas sus regiones.
Mario Luis Ortega ha muerto, pero sus hazañas deportivas y culturales viven en El Aguila que vuela en los cielos deportivos de nuestra región. ¡Honor al Aguila!