La realidad educativa de la República Dominicana, siempre ha sido preocupante. Recuerdo que hace apenas unos años atrás le daba vergüenza a un estudiante de educación decir que la carrera que cursaba era educación, eso por las condiciones paupérrimas en que vivían y siguen viviendo muchos profesionales del área, incluso, cuando me matriculé en la universidad, mis propios padres me dijeron al saber que había optado por la carrera docente, “que si quería morirme de hambre, que siempre iba hacer pobre” (esto bajo su concepto de que la riqueza se enfoca única y exclusivamente en abundancias materiales).
Hago está introducción, para que se entienda, por qué hoy en día la percepción de estudiar educación ha cambiado, y ha cambiado porque después de varios años de lucha se le designó al presupuesto de educación el 4% del Producto Interno Bruto, incrementando significativamente con esto, el salario de los y las maestras del RD. Esto motivó a una gran mayoría de bachilleres a matricularse en el área de educación porque en ese contexto “hay dinero y trabajo,” obviando que ser maestro es un acto de vocación, que del maestro depende, en gran medida, el destino de una nación; los errores y aciertos que este cometa, se repetirán en todos los ámbitos profesionales y no profesionales.
Por esa razón, es que la inclusión de los Derechos Humanos en educación, es tan importante, porque de los conocimientos, patrones conductuales y de los valores que el maestro fomente, dependerá, indiscutiblemente, la formación del estudiantado de un determinado país.
Ahora que acabo de terminar la carrera de Filosofía y Letras, mención Educación, puedo ver mejor cuáles fueron las condiciones favorables y los obstáculos para mi desarrollo como persona en la escuela y además puedo reconocer cuáles fueron los diversos modelos educativos (formas de enseñanza, evaluación y de disciplina) y los efectos que estos produjeron sobre mi desarrollo como persona.
De lo primero que quiero hablar es sobre la transversalidad, esto, en Derechos Humanos se refiere, a que los conocimientos sean combinados, esto es, que el maestro de Matemática, en un momento de su clase, pueda interactuar con su estudiante sobre sus problemas familiares, hablar sobre un fenómeno social actual, sobre las principales preocupaciones de la educación, de la escuela, de la comunidad, hablar sobre el nuevo dembow que salió, analizarlo y hacerle comprender por qué razón ese exponente del género canta ese tipo de “música”, escuchar su parecer, y fomentar de esa manera una conciencia crítica en el estudiantado, incentivar la capacidad de raciocinio, de dar su propia opinión, y sobre todo, llegar al objetivo, de dar a conocer esos derechos del ser humano y con ejemplos, argumentaciones, demostraciones, y explicaciones quitar el velo de los ojos. A esto, en término de Derechos Humanos es que se le llama transversalidad de conocimientos.
Sin embargo, los maestros de la RD, se limitan a impartir sus materias, entendiendo que su única responsabilidad como maestro de Biología, por así decirlo, es impartir teoría concerniente a esta área, __craso error__, al hacerlo se olvidan como bien establece el INFORME INTERAMERICANO DE LA EDUCACIÓN EN DERECHOS HUMANOS de que “cualquier programa particular de educación en derechos humanos, debe tenerse en cuenta distintos niveles de contenidos, que se pueden visualizar metafóricamente como capas sucesivas de especificidad creciente: Los macro-contenidos, los meso-contenidos y los micro-contenidos.
Por otro lado, sabemos que para incluir los Derechos Humanos en un determinado currículo educacional, no basta con que esté contemplado en un papel, el rol del recurso humano, en este caso, el del maestro o la maestra es de vital importancia, ya que es él o ella quien lleva al estudiante a despertar con una conciencia crítica y sana sobre sus actos y acciones, no obstante, hacer esto conlleva una convicción plena de cambio de quien predique por una cultura de solidaridad, lealtad, dignidad, porque como siempre digo, si la teoría, en Derechos Humanos, no conecta con la práctica, si lo que se predica no se corresponde con lo que se hace, entonces no sirve para nada. Digo esto, porque en mi experiencia educativa tanto en el Nivel Primario, Secundario y Superior, he notado que los educadores te inculcan la cultura del intermedio, como dicen “con la regla todo se puede” y estoy de acuerdo, pero a veces esta libertad, se puede convertir en libertinaje, esto debido a la propia naturaleza del ser humano, es decir, por la constante contradicción que emerge de todos nuestros actos.
En muchas ocasiones, veía a profesores, hablar sobre las graves consecuencias que puede traer consigo, visitar antros, discotecas, usar drogas, tomar alcohol, fumar hookah, cigarrillo, mariguana, en fin, todos los vicios. El maestro preparaba su charla, expresaba con fervor lo dañino que puede ser esto o aquello, y luego, terminábamos viendo al mismo profesor de la charla bebiendo junto con sus estudiantes en una disco, fumando hookah, y posiblemente teniendo relaciones sexuales con su propia alumna a cambio de ser promovida de curso o de las materias que ese o esa maestra imparte. Esta situación es desalentadora y suele empeorar aun más el tema de la inversión de valores, ya que el maestro es un prototipo y “si el maestro lo hace, nosotros podemos hacerlo también.” Por esta situación, considero que ser y actuar para los Derechos Humanos es un gran reto y lo es, porque lo que decimos debe concordar con lo que hacemos.
Nunca se me olvidará lo que hacía mi maestro de cuarto grado de primaria, quizá por desconocer lo que podía causar o por plena vileza. En nuestro tiempo de receso, siempre llenaba un envase de cristal de agua, y simulaba estarlo tomando y al tiempo que lo hacía, bromeaba dando vueltas como si estuviera embriagado, yo sé que lo hacía porque le gustaba vernos sonreír, y lo lograba. Balbuceaba como si estuviera embriagado, reíamos, es cierto; nos divertíamos, pero esto nos estaba creando en el subconsciente una imagen de lo que un hombre cuando se hace adulto debe hacer, “darse un jumo del carajo”.
Otra de las tantas situaciones que recuerdo, es la falta de vocación de muchos de mis maestros, siempre tenía en sus manos una batuta, y cuando entendían que no estábamos prestando atención, nos azotaban con la misma, esto bajo el apoyo de nuestros padres, fomentado en nosotros un espíritu de rencor, apatía y violencia. No existía una pedagogía de la ternura, claro que no puedo generalizar, pero fueron, que yo recuerde, muy pocos los que tenía vocación para enseñar y, por tanto, para desarrollar un clima donde imperara la inclusión de los Derechos Humanos, algunos fomentaban los buenos valores, quizá porque en el seno de su familia se lo habían inculcado, pero no porque la educación formal haya incidido en su acto.
Hoy en día, la situación, si hablamos en función a estadística, sigue siendo igual, en todos los niveles de educación, a diario podemos ver innumerables atropellos de parte de los maestros y maestras para con sus estudiantes.
Mi experiencia, podría verse muy dramática, pero la verdad es que quisiera decir otras cosas, sin embargo, es nuestra realidad como dominicanos, solo basta con ver los resultados que diera la UNESCO en el 2015, sobre unas pruebas realizadas a la educación básica dominicana, entre los años 2011 y 2013 que da al país pésimas notas en la calidad de la educación y nos sitúa en el lugar 146 de 148 países en lectura, matemáticas y ciencias, así pasó con la prueba PIZA, quedamos en el quinto lugar de los países de más baja calidad educativa.
Otro acto de discriminación, en la mayoría de los centros educativos es el uso de celulares e internet, solo se le permite el uso de celulares a profesoras y profesores, aludiendo a que ellos tienen familia, hijos, esposa que los llaman y me pregunto ¿no tienen los estudiantes hermanos, padres, tíos, abuelos? Sé muy bien, que de dejarle los celulares a los estudiantes, la mayoría no prestaría atención y se la pasarían el día entero chateando, sin embargo, no es esa la solución, la solución es concientizar, hacerles entender que para todo hay tiempo, esto solo se puede conseguir con políticas y normas educativas tendientes a orientar a los estudiantes, ya que hoy en día, es de vital importancia el uso de los medios tecnológicos en el desarrollo intelectual y profesional, pero al parecer es más fácil prohibir que actuar en función a convertir esta debilidad en una fortaleza, incluso, en los laboratorios de informática no hay internet, la clave está reservada para los maestros y maestras, por la misma refutación de que los estudiantes luego usan facebook, whatsApp y otras redes sociales, pero ellos, los maestros, por ser “adultos,” sí pueden usarlos ¡qué irónico, no!
Al hacer esto, olvidan lo que plantea Abraham Magendzo K, sobre el tema. _Abro la cita_ “Hoy, a diferencia del pasado, el Curículum está impelido a aceptar, de manera muy flexible y dinámica, la multiplicidad de problemas y temáticas que la sociedad posmoderna, la sociedad del conocimiento, la sociedad informatizada y la sociedad en estado de crisis y tensiones permanentes en que vivimos, le está planteando. Un Curículum que le dé la espalda a la diversidad de nuevos y renovados temas que emergen constantemente, los desconozca y no tenga la capacidad de ir integrándolos al conocimiento disciplinario, está condenado, a mi parecer, a la obsolescencia, a la impertinencia y a la irrelevancia. El Curículum no puede, por así decir, darse el lujo de ser arcaico, incapaz de responder a las demandas sociales, carente de sensibilidad a los nuevos contextos, lejano a las necesidades y desafíos requeridos”.
Así, también ocurre con la estructura de la escuela, los baños más pulcros y mejor equipados son de uso exclusivo de los maestros, incentivando de esa forma, un espíritu de desigualdad, y complejo de superioridad, son muchas las cosas que deben ser mejoradas, son muchos los pasos que nos hacen falta dar para poder adentrarnos en una educación en y para los Derechos Humanos.