Por Soniel Gonzalez Sanchez.
Una modalidad de violencia que con su aumento desproporcionado crea preocupación en la población es el feminicidio, que junto a los decesos por accidente de tránsito y muertes por asaltos adquieren cifras alarmantes.
Vamos a tratar en este capítulo la violencia de género.
Es mucho lo que se habla en los medios e innumerables los llamados a detener los feminicidios y muertes violentas mientras los mismos medios y la sociedad es que los fomenta.
Los fomentan las autoridades que han fracasado en la educación, prevención y seguimiento de los casos de violencia intrafamiliar.
Una mujer se dirige a la fiscalía a presentar denuncia por abuso de su pareja y le entregan una orden de alejamiento para que sea ella que la entregue a su pareja. Muchas veces ni siquiera investigan si la violenta es la mujer. Le entregan a la mujer una Orden de prisión para que sea ella que busque la fuerza policial muchas veces teniendo la misma que desembolsar algunos pesos para que se ejecute la acción.
Fomentan los feminicidios los medios cuando solo se castiga al hombre y emitimos juicios de valor sin conocimiento de causa.
Mientras solo se castigue y culpe al hombre de los feminicidios estos solo irán en aumento. En un gran porcentaje de casos no se puede ni siquiera sentenciar judicialmente a los feminicidas puesto que estos se suicidan después de acabar con la vida de la mujer. Ni las autoridades irresponsables, ni los medios, ni la sociedad nos hemos detenido a hacer un estudio responsable de las causas de la violencia. Si hacemos un análisis frio sin emociones nos daremos cuenta que en los casos de feminicidios esos hombres no eran asesinos antes de. Los testimonios vecinos siempre los catalogan de tranquilos, decentes, amistosos. Por lo que se puede deducir que fueron provocados y no tuvieron la suficiente capacidad para sortear un momento de ira, debilidad, incomodidad o confusión.
No existe causa ni motivo justificable para que un hombre le quite la vida a una mujer ni a ningún ser humano. Nunca estaré de acuerdo con la violencia venga de donde venga. Antes de agredir un ser tan sensible debemos pensar en nuestra madre, hermanas e hijas. Hace falta crear conciencia y dar seguimiento cuando existen diferencias entre parejas; ¿Cómo es posible que un hombre le quite la vida a su mujer simplemente porque ella se niega a continuar conviviendo con él, sea por maltratos o porque ya no lo quiera? Antes de cometer un crimen recordemos que es atentar contra las leyes de Dios y el mandamiento “No Mataras”. Es un problema que hay que sentarse a buscarle solución y trabajar seriamente en la prevención. Pero los dominicanos y más las autoridades buscan siempre salir pronto de los casos y buscan rápidamente un culpable sin profundizar en la raíz del problema para buscar soluciones definitivas. La fiscalía no dispone de los recursos para investigar. Con órdenes de alejamiento resuelven todo. No se le brinda asistencia ni se le da seguimiento a los casos de violencia intrafamiliar. Al estado no le interesa. Todos conocemos la raíz de los problemas pero no nos interesa erradicarlos. Todo es un negocio. Las estadísticas provocan audiencia y protagonismo de gente que solo buscan eso: protagonismo. Les encanta contar los muertos. No nos gusta que nos digan la verdad porque no nos interesa o no podemos con ella. Culpando al hombre ya se acabó el problema, cuando es culpable el Hombre, la mujer, el vecino, el celular, las autoridades, las religiones, la música y la sociedad en su conjunto. Debemos promover la educación familiar, me refiero a la casa. Las costumbres se perdieron, el respeto del hombre hacia la mujer se perdió. El respeto de la mujer al hombre murió. El respeto de los hijos a sus padres falleció. El respeto a la dignidad propia se extinguió.
Con todo esto andamos exclamando que no queremos violencia.
He escuchado en estos días por doquier un tema musical cuyas hermosas letras dicen:
Tomalo mami te llama tu jevo, habla con el mientras tú y yo lo hacemos.
Está fomentando la infidelidad, que es una de las causas más frecuentes de feminicidios. La cantamos y la sonamos con normalidad y con ello estamos diciendo a nuestra juventud que la infidelidad es algo normal y bueno.
Hago alusión de esa canción por ser una de las más pegadas del momento, pero como esa hay cientos que suenan con normalidad en nuestras emisoras, discotecas y en las calles. Mientras más plebes son los temas musicales es más elevada la posibilidad de pegada. Estamos bombardeando nuestra juventud con tanta basura que no hay forma de que consuman otra cosa.
La gente consume lo que le dictan los medios y adquirimos costumbres por lo que vemos y oímos.
La maldita doble moral raya en lo ridículo cuando los mismos que fomentamos y promovemos la violencia somos los que nos vamos a los canales de televisión, periódicos y redes sociales a hacer llamados de “No Violencia contra La Mujer”.
Vengo manifestando desde hace un tiempo que la tecnología nos ha acercado al mundo exterior, nos conecta en segundos con el mundo mientras nos aleja de los que nos rodean.
Estoy a favor de las redes sociales pero muy en contra del uso que le damos en la actualidad.
El 90% de los problemas maritales provienen del uso del teléfono celular. Me den o no la razón de lo que expreso, les invito a hacer un análisis y se darán cuenta que no estoy tan equivocado.
Los varones nos la pasamos molestando mujeres casadas. Las muchachas buscando seguridad económica, alguien que le garantice un celular Ultima generación, pago del salón, universidad, boutique, etc. No les importa que sea casado. A ella no es la esposa que le interesa. Cuando la mujer revisa el celular, los mensajes y las llamadas se arma la de San Quintín. Pero ella termina perdonándolo, con la excusa de que todos los hombres son infieles.
Cuando es el hombre que le encuentra los mensajes a la mujer el problema puede convertirse en criminal. Es muy escasa la posibilidad de que un hombre perdone un desliz amoroso de su mujer. Ahí entra en acción la hombría, la deshonra, el orgullo de hombre, el qué dirán, el que yo soy que la mantengo, yo soy el que trabajo y más que las mujeres cuando ganan dinero es de ella y el del hombre es de los dos.
Otra manifestación de violencia la producen los celos provocados por la inseguridad en la pareja, los complejos y las malas influencias. La mujer recibe una llamada de una amiga y el esposo sospecha que es un amante. El hombre recibe un mensaje, lo lee y se ríe y ya la mujer piensa que es una novia. Incide la falta de comunicación en las parejas los cuales somos muy comunicativos y comprensivos con los de afuera y en el hogar somos ogros.
Las fotos sexis en la frontera del Porno provocan un seguimiento especial de los cibernautas y el respeto es limitado hacia las féminas.
Las Universidades full de mujeres estudiando mientras los hombres estamos quedando atrás en ese sentido. La mujer se ha ido incorporando a la vida productiva y cada día depende menos de un hombre que la mantenga. En el pasado las mujeres eran amas de casa y la desigualdad era muy pronunciada. Hoy compiten con el hombre y eso ha traído consigo que al tratar de imponerse, con sus razones, provoca violencia en una sociedad machista por tradición.
El pecado es la perdición del hombre y la mujer. Si no nos acercamos más a Dios. Si no nos alejamos más de las cosas materiales, los lujos, las fantasías y el consumismo, la violencia no va a parar. Amor por los demás hace mucha falta. Amor verdadero, no comprado.
Estos son temas espinosos que nadie quiere tratarlos a profundidad, porque le tienen miedo.
Por mi parte no escribo para complacer a nadie, solo digo lo que pienso. Mi verdad. Equivocado o no, tengo que decirlo. Tal vez aparecen personas que me aclaren y me demuestren lo contrario. Soy un anticuado soñador de que las cosas pueden ser mejores y la sociedad vuelva a los clubes sociales, los grupos juveniles, la educación forjada en valores, el respeto y admiración hacia los maestros de escuela y la recepción con agradecimiento de los consejos de los mayores.
El bombardeo de violencia es implacable.
El fomento sin darnos cuenta (supuestamente) es alarmante.
Paren eso, párenlo. Y dejen su doble moral de “Ni Una Más”.
