New York.-El oficialista Partido de la Liberación Dominicana impuso su mayoría en el Senado de la República para aprobar el proyecto de Ley de Régimen Electoral, con lo cual dicho proyecto pasa a la Cámara Baja. Ésta dispone hasta el martes para su estudio.
De operar la aplanadora morada en la cámara de diputados, como al efecto ocurrió en la de senadores, un nuevo y cuestionado régimen electoral alcanzará la condición de ley.
Entre las aberraciones impuestas por la aplanadora morada está el disponer 32 ciudadanos en la posición de senadores sin estos someterse al voto directo de la ciudadanía.
En teoría el senador es una de las funciones electivas más importantes en una democracia y en el caso dominicano es el voto por los diputados el que determina quien ocupa esa función.
Es decir, cuando el ciudadano que simpatiza por tal o cual candidato/a a diputado/a ejerce su voto por éste, al mismo tiempo ese voto se le suma al candidato a senador del partido de que se trate. El arrastre funciona en este caso para beneficio del senador.
Esto solo sirve al oficialismo y a su estrategia eternizarse en el poder, no al desarrollo de la institucionalidad y alternancia democráticas.
Además del elevado costo económico que tiene para la sociedad el senador, su elección esta revestida de ilegitimidad.
Al no haber una separación de boletas entre los candidatos a senadores y diputados se viola el precepto constitucional de que “el voto es personal, libre y directo”.
El rechazo a la nueva ley que regulará los procesos electorales como a la nueva ley que regirá el sistema de partidos se da, tanto por contradecir en muchos aspectos el texto constitucional, como también por estar normadas por una obvia intencionalidad antidemocrática de imponer un insulso bipartidismo negador de la diversidad y sobre todo de la existencia y desarrollo de propuestas partidarias no tan solo opositoras al oficialismo sino alternativas al régimen partidario predominante en el país.
Tanto la aberración que denunciamos como otras tantas que hacen de la nuestra una caricatura de democracia, es lo que nos lleva a plantear, en un marco de democratización integral del país, el disponer de un congreso bicameral cercano al pueblo y que sea canal de sus aspiraciones políticas, sociales, económicas y culturales.