La aparición de este sigiloso virus de alcance mundial, se lleva a cabo en un mundo muy distinto al que ha modificado el efecto psicosocial de su nefasto paso por los senderos de nuestro planeta.
La paralización y modificación de las estructuras productivas, el cambio de visión de los seres humanos con respecto a la aplicación de las políticas públicas, la vulnerabilidad humana a todos los niveles frente a situaciones pandémicas de esta naturaleza, el colapso de los sistemas de salud, la crisis económica actual y postpandemia, la escases de alimentos, la participación del hombre en el mercado informal del trabajo y sus claras consecuencias al momento del distanciamiento social y/o estado de cuarentena, la religiosidad, la obligatoriedad de ajustes en la economía de los países basada en servicios e importaciones para convertirse en autosuficientes incentivando la producción local, la autonomía adquirida por los actores del proceso educativo formal al verse en la obligación de implementar masivamente las TICS para impartir docencia formando así individuos verdaderamente críticos, la incidencia de la ideología en momentos de emergencia, el valor de la solidaridad, la necesidad de cosechar la moral y la ética, la gran y vital importancia de la tecnología, entre otros aspectos nos muestran una realidad moldeada a nuestra nueva medida.
En estos momentos de aislamiento como resultado del estado de cuarentena impuesto en gran parte del mundo, reflexionar acerca de los tópicos arriba citados es un acto casi obligado.
Es esa la manera en que cada individuo entra en contacto con ese espíritu socialudo interior que en estos momentos de cambios en las estructuras sociales a todos los niveles se hace presente, demanda un mundo cuya prioridad inmediata es el acercamiento a grandes niveles de sensibilidad, solidaridad y hermandad universal entre los seres humanos, lo que da como resultado inmediato una nueva visión consciente sobre no sólo como elegimos, sino también qué elegimos.
El carácter global de la situación provocada por esta pandemia hará necesaria la modificación del orden mundial que impone las modas que caracterizan el comportamiento humano llevándolo a grandes niveles de consumo y menores rasgos de criticidad y rebeldía.
Caso República Dominicana
En el caso particular de nuestro país, podemos puntualizar aspectos más relevantes de los efectos del COVID-19 y la inminente situación post-pandémica fruto de la acción de causa y efecto.
La marcada desigualdad social agudiza las ya precarias condiciones de vida de la gran mayoría de la población mientras que los ricos y poderosos se sirven con la cuchara grande. Serán favorecidos dentro de la lógica de oferta y demanda de indumentaria específica, propia de estos momentos de crisis sanitaria y que a gran escala se consume en el día a día.
El sector comercio que juega a la especulación, provocando escasez y aumentando los precios de manera alarmante de los productos más demandados.
Un Estado inoperante, carente de una estructura funcional que viabilice soluciones, por ejemplo, la Oficina Nacional de Estadísticas -ONE- debería manejar los datos de las familias más vulnerables al momento de implementar un estado de cuarentena para que cada familia reciba un trato equitativo al momento en que el estado le asista en lo que necesite para garantizar el éxito del aislamiento ya que no habría justificación alguna para que un individuo circule en las calles a menos que no sea por alguna situación de fuerza mayor.
El Ministerio de Salud Pública no ha sido capaz de identificar el comportamiento del virus en nuestro país, no ha cumplido con efectividad la aplicación de pruebas masivas cuyos diagnósticos detendrían por vía de un posterior aislamiento el flujo de los contagios, resultados de las pruebas tardíos en gran cantidad de casos nunca llegan y cuando el paciente fallece no le notifican que sea causa del COVID-19 lo que pone en riesgo a los familiares y personas cercana al tiempo que modifica de manera negativa los resultados estadísticos que identifiquen de manera efectiva los lugares más vulnerables y se prioricen en el uso de los recursos, los médicos y enfermeras trabajan en condiciones deplorables en la mayoría de los casos, falta de medicamentos y equipos, malas condiciones de los centros de aislamiento, no inspiran confianza en la población, lo que evita que el ciudadano acuda a los hospitales voluntariamente y prefieran aislarse en casa, entre otras importantes evidencias de deficiencia.
Policías y militares arriesgan sus vidas y salud para someter a quienes rompen con la normativa establecida en un esfuerzo para preservar la salud del ciudadano.
Los niveles de educación han jugado un papel determinante en el combate al virus. Si bien es cierto que el estado tiene un rol protagónico en esta situación, no menos ciertos es que tenemos una cuota ciudadana que compete a cada individuo. Asumir el llamado al uso de mascarillas, límites de circulación, distanciamiento ciudadano, etc. es tarea nuestra, pero cuando hay educación, aquella que se aplica en nuestros días de acuerdo a la filosofía capitalista para eternizarse en el poder.
El hecho de que la población no pueda desarrollar actividades propias de su cultura, fiestas patronales, entierros, misas, celebración de cumpleaños, entre otras de igual naturaleza, tiende a convertirse en un trauma para los ciudadanos de nuestra sociedad.
Los sectores considerados como medios, emprendedores de la mediana empresa, sectores profesionales caerán en la denominación de pobreza.
Los sectores económicamente poderosos dejarán caer migajas, las mismas que muchas veces utilicen para alimentar el clientelismo, haciendo campañas con la desgracia ajena.
Recordemos que estamos inmersos en un proceso eleccionario en marcha.
Desde esta lógica según el manejo dado a la pandemia se entendería que se manipulan los datos estadísticos reales para mostrar una mejoría considerable y así garantizar la celebración de las elecciones, o por el contrario, se limitan las acciones de intervención estatal para erradicar los efectos del COVID-19 a fin de agudizar la crisis y anular la celebración del torneo eleccionario.
Un candidato oficialista que se perfila como el mesías salvador del pueblo dominicano, quien inyectado por el capital económico del estado aparece llevando a cabo acciones que debería suplir de manera responsable el gobierno.
La oposición no se queda atrás, no pierden tiempo ni escatiman esfuerzos para tras la ayuda mostrar sus aspiraciones a conquistar la intención del voto de los beneficiarios.
Panorama Post-Pandémico
El futuro inmediato luego que la pandemia comience a ceder no es nada alentador.
La implementación de medidas buscando la recuperación de la economía va a sacrificar a la masa popular que siempre es quien recibe los duros golpes mientras los poderosos se llevan los grandes beneficios.
Las políticas de constreñimiento cada vez más brutales, reducción del gasto social del presupuesto del estado, elevación de los de por sí altísimos impuestos, incremento de los precios de la canasta familiar, niveles amplios de inaccesibilidad a los bienes y servicios fundamentales para la existencia, capitalización para la aplicación de acciones y políticas estatales para combate de la pandemia, lo que eleva el nivel de endeudamiento público así como también se desvían fondos para pago de sobornos y deudas, financiar actos de corrupción.
Es así como los países se endeudan a tal grado que los organismos de financiamiento internacional, como el FMI, BID, La Banca Privada, etc. determinan después la política económica de los mismos.
El capitalismo que hoy se encuentra en crisis, ha estado tambaleante también en otras épocas de crisis y/o pandemias, pero la práctica de financiamiento a países del subdesarrollo hace posible su reposición y posterior repunte como economía sólida y poderosa. Ellos sí que saben guardar pan para mayo.
Con Aportes de los y las Estudiantes de Didáctica Especial de las Ciencias Sociales Para Docentes IV del Semestre 2020-20, Sección 4 del Recinto UASD-San Francisco.