Si los sueños se hacen trabajando, Ramón Henríquez Duarte es uno de los mejores ejemplos. En esta serie de Los que han dejado huellas en el pueblo raro, se resalta la figura egregia y paradigmática del maestro y abogado Ramón Henríquez Duarte “Ramoncito”.
El profe Ramoncito como muchos cariñosamente le llamaban, era oriundo de San Felipe Arriba, comunidad rural cacaotera al noreste de Pimentel, donde nació por comadrona un 14 de septiembre de 1947. Años más tardes, en 1963, tiene que trasladarse del campo a la ciudad, junto a dos de sus hermanos, a residir donde su tío Juan Bautista Duarte con el propósito de concluir sus estudios primarios y continuar su formación. Esto significa que estudió en la Escuela Primaria de su comunidad San Felipe y en el centro educativo Agustín Fernández Pérez, hoy Pedro Acosta.
En el año 1971, se gradúa de bachiller en Filosofía y Letras en el Liceo Agustín Bonilla e inmediatamente queda designado como profesor de idioma en el referido centro. En el año 1971, se inscribió en el otrora CURNE, hoy Recinto UASD SFM, graduándose de Licenciado en Letras; más adelante, estudió Idiomas mención Inglés en la Universidad Mundial e ingresó como docente a la Universidad Nordestana, impartiendo clases de Inglés, Francés y Traducción de Textos Jurídicos. En dicha academia, laboró por alrededor de una década y se graduó de Licenciado en Derecho en el año 1992.
Ramoncito Henríquez Duarte contrajo matrimonio con la también maestra y abogada Fe Vasallo Méndez, un 29 de noviembre de 1975. A Fe Vasallo la conoció siendo ambos muy jóvenes en la Iglesia Evangélica Pentecostal, de la cual fue miembro prominente llegando, inclusive, a ser pastor y oficial bautismos. En la citada iglesia se considera, a juicio de muchos, el discípulo más aventajado del ilustre Rvdo. Pastor Francisco de Castro “Pancho”; siendo este último quien lo formará primero en el dominio del inglés.
Junto a Pancho, Ramoncito no solo cultivó la fe cristiana y se estableció como angloparlante, sino que también desarrolló el arte de la oratoria, demostrando grandes dotes de orador, virtud que le acompañó toda su vida.
Desde joven se cultivó como ser humano, con énfasis en el tacto social, las buenas costumbres y el buen vestir; por eso Ramoncito Henríquez Duarte siempre fue poseedor de una encantadora presencia y un garbo característico de los galanes de cine, pero más que eso, era la armonía entre sus actos y sus palabras. En todo momento, fue una persona de comportamiento inteligente, cauto, comedido, por lo que siempre inspiró respeto y confianza. Se puede asegurar con plena convicción que, en este pueblo, Ramón Henríquez Duarte era un pimentelense con calidad de exportación, o sea, que pudo trascender fuera del municipio y más allá.
Su matrimonio con Fe Vasallo, su adorada esposa, se extendió por 50 años; fueron una boda de oro y solo los separó la hora final. Juntos procrearon tres hijos: Edwin Henríquez Vasallo, Fulsy Henríquez Vasallo, y Coralis Henríquez Vasallo. A esta prole, se le suman siete nietos: Ambar y Carlos Eduardo (Hijos de Edwin); Dereck y Diamond (hijos de Fulsy); Roylin, Robín Junior y Linda Coralis (de Coralis). En esta lista de nombres, desde su esposa, sus hijos y nietos, se afianzaba su devoción y el mayor amor que se pueda sentir. Para Ramón Henríquez Duarte, su familia tenía un valor sagrado, irrenunciable; sin menoscabar el sólido lazo filiar que les unía a sus hermanos, primos y demás parientes. La vida de Ramón Henríquez Duarte fue un tributo a la familia, su mayor felicidad.

Fue fundador de la Asociación Dominicana de Profesores (ADP), seccional Pimentel, en el año 1978, asumiendo el reto de ser el primer presidente local. Años atrás, en 1975 fundó el distrito cooperativo de COOPNAMA en Pimentel, junto a Josefa Durán (Fefita), Fe Vasallo (su esposa), Jesús María del Orbe (Chucho), Augusto Aquino (Lico) y Josefina Sensión Cepeda (Chichí), los cinco primeros socios de dicha cooperativa.
Como ente cultural, Ramoncito tuvo una vida muy activa y protagónica. Sus habilidades lingüísticas rebasaban el marco de la mera retórica y el histrionismo prosódico. Era un comunicador convincente, pues más que levantar la voz sabía instrumentar sus argumentos, y en consecuencia, consolidar un liderazgo indiscutible en todos los ámbitos donde se desempeñó.
En los años 70, se destacó como locutor de Radio Única, la emisora de Pimentel; ahí compartió cabina con Bolívar Rondón, Mendy López, Julián la Salsa, Papi Guillén y Heddel Cordero. A final de los 70 y principio de los 80, fundó junto a Jorgito Aquino, German Antonio y Papi Guillén, el grupo cultura RENACUPI (Renacimiento Cultural de Pimentel), institución sin fines de lucro dedicada al reconocimiento de los talentos locales y la organización de presentaciones artísticas en el parque Laureano German. La labor de este equipo de buenos pimentelenses dejó muchos frutos y ha sido una hazaña difícil de igualar.
En 1982, formó parte de la Avanzada Electoral y fue miembro fundador del PLD en este municipio.
Fue juez de paz de 1992 a 1999, primer juez graduado de Derecho en Pimentel.
En los años 80, compró una camioneta y fundó la primera Escuela de choferes de Pimentel, llamada Edwin como su primogénito.
En sus últimos años, se dedicó al Derecho Penal y compartía oficina con su esposa Fe. Se le reconoce que tenía el don de que, cuando acudían por sus servicios, con un caso sencillo, siempre buscaba y lograba la reconciliación entre las partes. Ser abogado fue su gran pasión como profesional, sin olvidar sus pasos por las aulas, tanto a nivel secundario como superior.
Por más década fue articulista de varios medios importantes, como el periódico La Información y rotativo El Jaya. Su columna era muy leída, lo que le motivaba a seguir escribiendo. Este acervo cultural, en buena medida se debe a que era un lector apasionado que consumía entre quince y veinte libros por años.
Joan Manuel Serrat en su canción “En la Vida Todo Es Ir» eternizó la expresión “Sabe el hombre dónde nace y no dónde va a morir». Sin embargo, Ramoncito Henríquez Duarte, eligió quedarse en Pimentel como forjador de futuro, sin mirar cual fuese el inefable final. Lamentablemente, el pasado 13 de septiembre, se apagó su luz radiante, apenas a un día de su natalicio. Varias complicaciones de salud, las que estoicamente soportó, apagaron su luz, dejando una familia y una comunidad sumida en el dolor, pero muy convencida y orgullosa de haber compartido y convivido con un ser extraordinario.
Ramón Henríquez Duarte, los que luchan por la vida no deben llamarse muertos… ¡Vivirás!… ¡vivirás!, … en cada uno de nosotros… ¡Vivirás!

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