Existen abrazos que te confortan, abrazos que te hacen sentir plena… pero pocos hablan de esos abrazos que te brindan calma, tranquilidad y paz, y que te llenan de un amor genuino y sincero, como el de una abuela.
Recuerdo que desde pequeña, acompañando a mi madre, iluminada del Carmen Jerez Peralta, íbamos a visitar a mi abuela. Muchas veces la acompañaba a vender dulces, y siempre me fascinaba ver su felicidad. Mi abuela, con su amor incondicional, compartía conmigo incluso lo poco que tenía de su propia venta, sin reservas.
Esos recuerdos habitan en mí y permanecerán por siempre. Me siento afortunada de tener una abuela tan dulce, amorosa, pura y genuina. Recuerdo cómo solía contarnos cuentos, y todavía lo hace; nunca me cansaré de escucharlos.
Cada sábado, al visitarla, recibo un abrazo, un gesto, un “te amo” acompañado de: “Cuando llegues a casa, llámame para saber que llegaste bien. Que Dios te proteja en el camino”. Son palabras que llenan mi alma de felicidad.
Si pudiera congelar en una máquina del tiempo cada abrazo, cada palabra de amor, lo haría sin dudarlo. Desearía que fueran eternos.
Cristina Peralta es, sin duda, una de las mejores abuelas que Dios pudo regalarme. Si pudiera elegir volver a ser parte de su historia, lo haría. Sus “te quiero” y “te amo” son las palabras más puras y sinceras, que brotan desde lo más profundo de su corazón noble y generoso, y yo tengo la fortuna de recibirlas.
Te amo Mamá…
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