Una gran opción es no devolver mal con mal. El amor debe ser el camino elegido siempre, para vencer obstáculos y cambiar corazones…, así sea solo el nuestro.
En un mundo donde es más fácil volcar la ira contenida o mal canalizada, hacia todos lo que se mueve, solo la paz nos hará salir victoriosos y sin heridas en el alma.
Ese sentimiento nocivo, llamado odio; que algunas personas albergan y usan como escudo o arma de combate; con el que se daña el buen nombre de nuestros semejantes, y con el que se lacera física o psicológicamente, fruto de la desazón, complejos, baja autoestima, frustraciones y agresividad contenida, ese, siempre será vencido con el poder y las acciones propias del amor, entre ellas, abrazando el perdón, aun desde el dolor.
Evitemos dañar nuestro cuerpo y mente albergando sentimientos dañinos, pero, “no solo lo que entra a nuestro cuerpo hace daño”. Por tanto, saquemos aprendizajes de cada experiencia y elevemos nuestro conocimiento, con ello, fortaleceremos derechos humanos, esos que tanto teorizamos cómo deben ser accionados, pero, realmente lo observamos?
Garantizar derechos es un ejercicio fácil y práctico, sin apego por supuesto a sentimientos desfavorables. Primero debemos curar el cuerpo y la mente, mediante educación y salud, con todo lo que esta implica. Además de abrazar acciones que exhiben amor, debemos hacer algo tan sencillo como ejercitarnos al aire libre y educar la mente, para que despierte sus grandes poderes, como el amor, el perdón, la tolerancia, comprensión y empatía; valores que debemos ofrecer hasta a quienes odian. Pero claro, con ellos siempre practicaremos sana distancia, su toxicidad, debe permear su entorno, no el nuestro.
Sin embargo, de nada sirve ejercitarnos, no consumir café, té, tabaco, alcohol, si damos cabida a sentimientos tan dañinos como el odio e ira. Ellos no aportan beneficio a nuestro hogar: el mundo y quienes en él habitamos.
Parece simple retórica, pero sabemos que no lo es. Cuidar nuestra salud es incluso, un asunto espiritual: bienestar bio, psico y social. No basta con hacer lo que amamos; descansar, ejercitarnos; dieta balanceada: fruta, granos, agua…, también es sine qua non, tener suficiente fe en Dios. Esto obviamente, excluye todo pensamiento o sentimientos dañinos, ellos enferman además del cuerpo, el alma.
“Todas la cosas se unen a bien para quienes aman a Dios”
Es tan fácil albergar emociones templadas! Sigamos sembrando la semilla del conocimiento, mientras nos cuidamos de los falsos profetas, esos que se visten de masas ovejas y dentro del disfraz llevan lobos rapaces. Seamos cautos, y al mismo tiempo, no dejemos de esparcir afectos. Es necesario para alcanzar la paz.
Fomentemos cultura de la paz siendo embajadores de valores, actitudes y comportamientos, que no acogen violencia, sino, que nos permiten vivir en armonía, contribuyendo a la garantía real, concreta; en la práctica, no solo en el discurso, de los derechos humanos. Seamos más que activistas de la doctrina, observémosla en la práctica. Ese es el gran legado que nos convoca la protección de la libertad individual, con la que seremos más libres y humanos. Con la que, venceremos todo asomo de malevolencia.
Solo con un ejercicio real de justicia, libertad, cooperación, respeto, solidaridad, actitud crítica; compromiso, autonomía, diálogo y participación; derechos fundamentales de los seres humanos, fomentará cultura de paz. Para su ejercicio real, todas y todos somos llamados y escogidos. Súmate, venzamos la indignidad con la bondad de nuestros corazones!
Hasta pronto.
La autora reside en Santo Domingo, Rep. Dom.
Es educadora, periodista, abogada y locutora.