Eugenio María de Hostos expiró en Santo Domingo el 11 de enero de 1903. En fecha igual había nacido en Mayagüez, Puerto Rico en 1839 es decir, dejó de existir en físico a los 64 años.
El lunes 11 de enero en curso apenas se cumplieron 118 años de su muerte física. Si, apenas, porque una figura de su dimensión deja de ser la identidad humana que vivió para convertirse en un mito.
¿Quién ha matado este hombre
que su voz no está enterrada?
Hay muertos que van subiendo
cuanto más baja su caja
¿Quién acostó su estatura
que su voz está parada?
Hay muertos como raíces
que hundidas…dan fruto al ala
(Manuel Del Cabral)
Las influencias que ejerce Eugenio María de Hostos sobre infinitas generaciones de dominicanos se resumen en esta confesión del escritor y político Juan Bosch:
«Quien no vive para servir, no sirve para vivir. Yo, Juan Bosch, nací el 30 de junio de 1909 en La Vega, República Dominicana y volví a nacer en San Juan, Puerto Rico en 1938, cuando leí los originales de la vida y obra de Eugenio María de Hostos cuando no había cumplido mis 29 años de edad, pero él ya tenía 35 de muerto. Hasta ese momento yo había vivido con una carga agobiante de deseos de ser útil a mi pueblo y a cualquier pueblo, sobre todo si era latinoamericano; pero para ser útil a un pueblo, hay que tener condiciones especiales. Las respuestas a todas mis preguntas que a menudo me ahogaban en un mar de angustias, me las dió Eugenio María de Hostos 35 años después de haber muerto. La lectura de los originales de Hostos me permitieron conocer que fuerzas mueven el alma de un hombre consagrado al servicio de los demás».