La discriminación racial ha sido un peso que cargan muchas personas sin importar el rincón del mundo donde se encuentren. En la literatura, esta temática ha sido abordada abiertamente, especialmente en la poesía. Esto es originado gracias a que en la segunda década del siglo XX fue dado a luz un movimiento poético bautizado con el nombre de Poesía negroide. Nicolás Guillén es considerado su pionero y busca a través de ella destacar la raza afroantillana o mulata como la nombra, la igualdad social, la convivencia en armonía de y con los negros. En su poesía mezcla armónicamente dos herencias: la negra que le comunica con un ritmo musical y de contenido, así como la española que le permite hacer uso de un idioma abierto y flexible.
En todo el Caribe se ha trabajado esta línea literaria donde se destacan la República Dominicana y Puerto Rico con Manuel del Cabral y Luis Palés Matos respectivamente. Cada uno impregna su estilo desbordando en esas composiciones poéticas imágenes, figuras retóricas, musicalidad, rima y métrica apropiada. Buscan transmitir esa valoración y respeto que merecen los mulatos externándolos como signos de denuncia a través de sus poemas.
Tal como fue expresado al inicio de este escrito, Nicolás Guillén gesta dicho movimiento cargándolo de esa chispa cubana y reivindicando la cultura afroantillana dentro de los procesos de transculturación. Para eso, da nombre a ese “color cubano”. Es conocido como el poeta nacional de Cuba, el poeta del son.
En uno de sus ensayos, Domínguez (1977), enumera las fuentes desde donde se aborda la poesía negroide: “…tenemos la impresión de que todo este conglomerado de poesías se desprende de tres grandes vertientes: una que recoge primordialmente el aspecto folklórico y pintoresco del negro; otra, en la cual lo más determinante es el grito de protesta social-económico, denuncia abierta contra la discriminación y la injusticia que le oprime, y finalmente, una tercera en la que el poeta trata de apresar en sus versos el mundo interno del negro, es decir, sus sentimientos, valores, creencias y demás facetas psicológicas del mismo” (p.125). De forma muy acertada estas líneas explican el tipo de poesía que se construye, las temáticas entrelazadas y todo esto pudiéndose percibir en el siguiente fragmento de Nicolás Guillén.
La canción del bongó
En esta tierra, mulata
de africano y español,
(Santa Bárbara de un lado,
del otro lado, Changó),
siempre falta algún abuelo,
cuando no sobra algún Don
y hay títulos de Castilla
con parientes en Bondó:
vale más callarse, amigos,
y no menear la cuestión,
porque venimos de lejos,
y andamos de dos en dos”.
La armonía en que se busca convivir sin importar el color, la valoración de ese color cubano, esos sentimientos puros que tienen los más oscuros y que tantas veces son pisoteados por el racismo, son tópicos apreciados en los versos anteriores. Con ellos haciendo un grito de paz y consideración porque también son seres humanos y sirven a la sociedad igual que el blanco. Guillén recoge esa valoración y la carga de musicalidad para ser degustada con sensibilidad.
Ruiz (1972) considera una definición de esta poesía de la siguiente forma: “… poesía negra, negroide o negrista, como se la conoce, es la caracterizada por hacer al negro el tema de la misma. Pero mirándolo no como una caricatura o un payaso o bufón, sino como un ser humano que sufre o ríe, como un ser que tiene una religión, unos mitos, unas creencias, un folklore” (p.11).
De igual forma, otro cultivador de la poesía negroide es el dominicano Manuel del Cabral. Dentro de la República Dominicana se encuentran otros poetas que la han trabajado, sin embargo, Cabral es considerado el mayor representante. Sus poemas se caracterizan por la fuerza y la belleza de sus imágenes, la contundencia y originalidad de su discurso poético, la variedad y profundidad de los temas que aborda, así como la intensidad lírica que logra en su poesía. Una muestra de su afán por el tema negro es el siguiente fragmento de una de sus composiciones.
Trópico suelto
Mulata que te hicieron de la noche y del día,
en el café con leche
bebo tu carne de fantasía.
Tabaco para hacerlo picadura
con el cuchillo de la dentadura:
tu talle
que le roba los ojos a la calle.
Sobre las marejadas de la hamaca
meces tu carcajada de maraca:
como si de repente fabricaras la aurora
en tu carne de cuero de tambora,
de tambora, que a veces, roncos ruidos arrancas
para las tempestades de tus ancas.
En estos versos se distinguen varias temáticas de la cultura afroantillana, por un lado, se encuentran términos como la tambora, la maraca, la hamaca… Asimismo, se describe la figura de esa mujer de piel oscura con un físico atrayente como lo es el del mulato. Esa mezcla de café con leche donde se aprecia el intercambio cultural de un negro con un blanco para de ellos crear ese color cubano que nombra Guillén. Ese ritmo o musicalidad que hacen bailar al lector al pronunciar cada uno de los versos por su rima consonante.
Cabral ha realizado un ávido ejercicio de rehabilitación del negro en sus escritos. Hay que precisar que el negro del que habla es preferentemente el haitiano. En el caso de la República Dominicana, la historia de la colonización, de la esclavitud y de la dictadura tiene dificultad en inscribir dentro del patrimonio histórico y cultural común las múltiples herencias que se entremezclaron en un pasado complejo y cosmopolita.
El poeta y ensayista Morales (1981) en su libro titulado Poesía afroantillana y negrista señala que: “Uno de los fenómenos culturales más atrayentes ha sido el crisol étnico de las Antillas. La interacción y amalgama del aborigen, el blanco y el negro, ha suscitado el interés creciente de estudiosos, políticos, filósofos y creadores en busca de los elementos definitorios de la americanidad. La hostilidad que ha caracterizado las relaciones entre negro y blanco es, a todas luces, un resabio de atavismo cainita y un sociológico incordio endémico que irreprimiblemente hemos de erradicar como antesala de concordia y convivencia” (p.19).
El último poeta negrista seleccionado para esta producción, aunque no menos importante, es el puertorriqueño Luis Palés Matos. Es reconocido como el mayor cultivador de la poesía negroide en su país existiendo otros de mucho peso que también han producido poemas negros. Su poesía no pretende exaltar a la raza sino demostrar su importancia dentro la estructura de la cultura puertorriqueña. Tuntún de pasa y grifería es el libro de poemas con el que ganó el primer premio en el Instituto de Literatura Puertorriqueña. Esta obra se convirtió en la primera expresión cultural que idealiza el cuerpo negro y mulato como la inscripción categórica para cuestionar las consecuencias políticas del capitalismo y el colonialismo. Palés había creado una crítica hacia su trabajo, no solo en el sentido artístico sino también en el aspecto personal y social.
El siguiente poema sirve de base a lo expresado sobre la poesía de Palés (1993, p.114):
Majestad negra
Por la encendida calle antillana
va Tembamdumba de la Quimbamba
rumba, macumba, candombe, bárnbulaentre
dos filas de negras caras.
Por la encendida calle antillana
va Tembamdumba de la Quimbamba.
Flor de Tortola, rosa de Uganda,
por ti crepitan bombas y bámbulas;
por ti en calendas desenfrenadas
quema la Antilla su sangre ñáñiga.
Haití te ofrece sus calabazas;
fogosos rones te da Jamaica;
Cuba te dice: ¡dale, mulata!
Y Puerto Rico: ¡melao, melamba!
Palés hace uso del recurso literario llamando onomatopeya recreando el ritmo de la plena, una música popular puertorriqueña, como también por medio de la importancia del baile se hace referencia a la bomba, un estilo musical puertorriqueño de donde se dice que salió la plena. El uso de ritmos populares, por cierto, es una de las técnicas en común entre el poeta cubano Nicolás Guillén y Palés Matos.
Finalmente, la poesía cubana, dominicana y puertorriqueña comparten el tema de la negritud y lo cultivan importantizando el rol que ha tenido la cultura africana en las Antillas. Esa raza que junto a los blancos ha luchado por los tres países logrando junto a ellos salir victoriosos de múltiples batallas. Ese color cubano lleno de energía que adorna las calles de estos países y es musa para los poetas crear bellísimos versos que a su vez sirven para sensibilizar a aquellos que se creen superiores. Cada uno de ellos ha impuesto su estilo en las diversas producciones que han sacado a la luz y son apreciados por reconocer el valor de ese grupo humano que tiene sentimientos, que sufre, ríe, que merece ser feliz y no ser explotado.
En cualquier rincón del mundo encontraremos alguna obra que haga referencia a esta temática porque su trayectoria e importancia se revela en todos los ámbitos. Los atropellos que sufren los de piel mestiza por la ignorancia de muchos que están falta de humanismo. Es por eso, que desde la educación inicial hasta las universidades, al niño debe inculcarse en la igualdad, en valores, para que aprecie a todos sus compañeros y al convertirse en adulto, sea un ser humano justo y sensible. Debemos, como maestros, enseñarles a ponerse en el lugar del otro que sufre burlas, acosos y discriminaciones sintiendo el dolor que sufren para demostrarles que todos somos humanos.
Bibliografía Domínguez, I. (1997). En torno a la poesía afro-hispanoamericana. Recuperado de cervantesvirtual.com file:///C:/Users/rosan/Downloads/en-torno-a-la-poesia-afro-hispanoamericana%20(2).pdf Guillén, N. (1931). Sóngoro cosongo. Editorial Ecuador. Quito, Ecuador. Los poetas. Recuperado de: http://www.los-poetas.com/n/cabral1.htm Morales, J. (1981). Poesía afroantillana y negrista. Puerto Rico, República Dominicana y Cuba. Segunda edición. Editorial de la Universidad de Puerto Rico. San Juan, Puerto Rico. Ruiz, H. (1972). Poesía negra del Caribe y otras áreas. Ediciones Universal. Miami. Palés, L. (1993). Tuntún de pasa y grifería. Editorial de la Universidad de Puerto Rico. San Juan.