El presidente Luis Abinader, presentó con su propia voz la primera fase del Plan de Seguridad, que podría ser eficaz para disminuir los actos de violencia que ocurren a diario en el pueblo dominicano, a la vista de las autoridades que están en la obligación de perseguir y apresar a sus autores intelectuales y materiales.
En el indicado plan hay un abanico de propuestas, que en su mayoría hay que valorar de positiva si se hacen realidad, porque todas están encaminadas a saldar los factores que estimulan la inseguridad de la ciudadanía.
El gobernante motivó el desarme de la población, haciendo énfasis en la recuperación de las armas ilegales a través de mecanismos de compensación a quienes de manera voluntaria las devuelvan.
En esa parte de compra de armas ilegales, en nada estamos de acuerdo, porque es risible que personas que violan las leyes y reglamentos del Ministerio de Interior y Policía, terminen siendo remunerados por el gobierno al entregar armas, que en su mayoría provienen de robos y atracos.
El presidente Abinader y su cuerpo de asesores deben saber que esas armas hasta de guerra, entran de manera ilegal al país sobre todo desde Haití con la complicidad de militares, las cuales en su mayoría van a parar a los equipos de seguridad que tienen los puntos de venta y consumo de drogas.
Esta parte no se toca, porque bien sabe el gobernante, en esa acción ilícita hay pejes gordos, que posiblemente conviven a su alrededor.
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