Partiendo de una escala ascendente, podemos encontrar que en el tercer lugar del nivel lingüístico se hayan las palabras quienes están antecedidas por el morfema y el fonema. Estas en español se forman por diferentes procesos y dentro de ellos se pueden nombrar: la composición y la derivación. Son dos formas que requieren del uso de prefijos y sufijos procedentes de raíces latinas o griegas.
Esas partículas que hacen posible la creación de nuevos términos y que están inmiscuidas en una gran parte de las palabras que emitimos a diario, han sido heredadas de los romanos por ser estos los de mayor influencia en la formación de la lengua española. Dicho influjo provino del latín vulgar, por lo que, en la adquisición obtenida no pesa lo culto de esa lengua.
Para ejemplificar la relevancia del conocimiento de estas partes de la lengua, se encuentra cada campo profesional que posee un vocabulario específico con términos discretos que solo manejan quienes están sumergidos en ese ambiente. Una persona con un bajo nivel académico o divorciada de dicha carrera jamás entenderá lo que se dice, pero si conoce diferentes raíces etimológicas y posee como hábito la lectura e incorporación de términos a su repertorio lexical, le resultará más fácil descifrar la significación de un término desconocido.
Para un hablante no debe ser suficiente relacionar palabras y con ello formar oraciones o tener una correcta dicción; se necesita de un conocimiento y empleo adecuado de los términos en un contexto determinado. Muchos hablan el español con fluidez; sin embargo, desconocen el origen de sus expresiones e ignoran que una palabra considerada española, procede de voces árabes, como zanahoria, y en su mayoría latinas como puerta que resultó de la evolución de porta. De igual forma, resulta difícil descubrir el significado de un vocablo debido al desconocimiento de la significación en las prefijaciones y sufijaciones.
Tomando específicamente el tema de la poesía, encontramos una clasificación en sus estrofas que poseen prefijación: heterométrica e isométrica. Su raíz (métrica) proviene del griego y significa medida, mientras que el prefijo “hétero”, con igual procedencia, hace referencia a algo distinto. Combinando este prefijo se forman en el castellano términos como: heterosexual, heterogéneo y heterótrofo. Del mismo modo, “iso” comparte la procedencia con “hétero”, pero con una significación contraria ya que se refiere a “igual”.
Asimismo, la nomenclatura de los versos castellanos está formada con prefijaciones. Un verso de dos sílabas recibe el nombre de bisílabo. “Bi” es un prefijo latino que significa dos. Con él se encuentran en español palabras como: bisexual, bicampeón, bípedo, bipolar, bilabial, bilateral… todas ellas haciendo referencia a dos partes de cada contexto. “Hepta” en griego es igual a siete y sílabas que corresponde a cada división fonológica breve que emitimos en el interior de una palabra. Siguiendo un orden están “octa” igual a ocho, “enea” igual a nueve, “deca” que significa diez. De este último, enumeramos las siguientes palabras: decálogo y decasílabo.
En lo concerniente a la entonación en los versos hay dos formas: ascendente y descendente. El primer término con el prefijo “as” igual a “hacia” y su raíz deriva del griego “scandere” que significa subir o trepar. En la segunda forma se encuentra en prefijo latino “des” que hace alusión a lo contrario, es decir, bajar o dejar de hacer algo. Con él encontramos palabras como: descomponer, desmotivar, descontrolar…
En el interior de las palabras también se pueden encontrar los infijos o interfijos produciendo un sonido más agradable o eufonía. Estos son limitados y carecen de significado. Un ejemplo de estos es: cafetero. Su lexema está constituido por “cafe”, el infijo es “t” y el sufijo que indica profesión u oficio. Esa partícula funciona como un acomodador o enlace de la palabra para que no se junte la raíz con el sufijo y se leyera “cafeero”.
Con relación a los sufijos, se debe tomar en cuenta que después de la raíz o morfema la palabra posee partes flexibles las cuales sirven para aportar significado o alguna referencia. Tenemos el ejemplo de las formas verbales en infinitivo como: cantar, jugar, correr, dormir… que su terminación ar, er, ir indica una acción. Otro sufijo que significa lo mismo es -ción y se encuentra en las palabras investigación, provocación, contratación. No obstante, existen sufijos que aportan diferentes significados a las palabras que acompañan y todo dependerá de su raíz. Una muestra de lo antedicho es el sufijo -or que en vocablos como espesor, amargor, verdor… significan cualidad; sin embargo, en las palabras vendedor, agricultor, cobrador, inspector… hacen la función de un oficio o profesión. A este último conjunto, se agrega el sufijo -ero en palabras como: colmadero, cajero, cocinero, mesero… así como -ista en los términos dentista, oficinista, periodista…
En la morfología verbal encontramos una pieza fundamental que es la vocal temática. Esta designa los verbos de la primera, segunda o tercera conjugación. Actúa como un morfema flexivo en los verbos no derivados como cantar y correr; sin embargo, como un morfema flexivo y derivativo en los verbos derivados o parasintéticos, por ejemplo: recorrer, reorganizar, enloquecer.
Si tomamos como referencia el verbo “poseen”, encontramos la siguiente estructura: el lexema pose, más la vocal temática “e” y una desinencia o gramema “n” que indica el plural. Además, identificamos al conjugarlo que pertenece a la tercera persona del plural, en modo indicativo y tiempo presente.
Para los gentilicios existen diferentes terminaciones o sufijos que pueden ayudar a reconocer su significación como son: -ense (santiaguense, salcedense); -es (francés, santiagués, inglés); -í (israelí, iraquí). También se suma a este grupo de procedencia -ano (africano, macorisano).
Finalmente, si nos relacionamos más y mejor con las etimologías de los prefijos y sufijos tanto latinos como griegos podremos sumar más vocablos a nuestro inventario lexical y será más fácil aprender otros idiomas como el portugués e italiano de los cuales muchos términos pasaron igual (latín – lunae; español – lunes; francés – lundi; italiano – lunedi).
Tanto los prefijos como los sufijos sirven para crear nuevas palabras a partir de una primitiva o simple formando lo que se conoce como compuestas y derivadas. En las primeras se unen dos términos simples y en las segundas se agregan los morfemas flexibles tanto antes de su raíz como después de ella produciendo nuevas voces que pueden ser en diminutivo, aumentativo o lo contrario del lexema.
Los sufijos aportan información de género, número, profesión u oficio, cualidad, gentilicio y otros tantos más, los que deberíamos interiorizar para comprender cualquier palabra que encontremos sin importar en la parte técnica que esté envuelta pudiendo así comentar o compartir con fluidez en diversos ambientes.
Bibliografía
Triana, J. (1984). Etimologías griegas y latinas del español. Universidad Autónoma de Nuevo León.
Gonzáles, C. (2006). Morfosintaxis Hispánica. Cuarta edición. Ediciones Tapia. Santo Domino, República Dominica.