Es la educación de ayer mejor que la de hoy?
A nuestro entender no es mejor ni peor.
La sociedad como entidad dinámica, cambiante, se desarrolla.
Cada etapa del desarrollo genera sus necesidad y modos de producción.
Todavía en la segunda mitad del siglo pasado el grueso de la población dominicana vivía en la zona rural en villorrios o pequeños poblados en relaciones casi familiares.
Hoy día las vías terrestres y los medios de comunicación han impulsado las formas más aceleradas de cambios de la sociedad.
La velocidad de esos cambios han impactado de manera dramática. Ha trastocado la tabla de valores que normaron la convivencia.
Hoy día pocas familias controlan y supervisan a sus hijos, lo que ha producido una lamentable fractura de la relación con la escuela en la tarea común están obligadas a compartir.
Por eso la escuela ha dejado de ser el templo que tuvo la comunidad para aprender, transmitir y socializar las normas de convivencia social.
El maestro ha perdido el debido respeto y la necesaria autoridad para ayudar a conducir con éxito a la juventud.
Hoy las personas mayores añoran y elogian a sus maestros que aunque sólo habían alcanzado el octavo curso o terminado el bachillerato, gozaban de aprecio y respeto.
Creemos que la suma de todos los males que padece la sociedad son atribuíbles al rompimiento de la tabla de valores y a la fractura de la relación familia-escuela.
Esta situación en ruta al agravamiento puede y debe frenarse. Es tarea del liderazgo nacional de los diferentes sectores sociales abordar y revertirla.
Estamos en la disyuntiva que planteó el maestro Eugenio María de Hostos: ¡Civilización o barbarie!.