A partir de la realidad que ha vivido la República Dominicana históricamente en materia educativa, muchas son las incógnitas generadas por la sociedad a la hora de evaluar la calidad de la educación dominicana. Para tratar de dar respuestas a parte de esas inquietudes, se deben valorar diversas variables, las cuales inciden de manera directa en el proceso enseñanza aprendizaje.
De manera frecuente se escucha decir, la educación es el alma fundamental para el desarrollo de los pueblos, ahora bien, debemos preguntarnos, si desde la administración pública se asume con actitud y responsabilidad esta conceptualización o más bien se refleja el interés mercantil o capital, que proveer una educación liberadora y progresista para los sectores populares y vulnerables del país.
Debe llamarnos altamente la atención en lo que ha sido convertida la escuela pública en el día de hoy, con un Ministerio de Educación con mayor enfoque en la propaganda y publicidad, que en el suministro de recursos didácticos y pedagógicos para facilitar el buen funcionamiento del proceso enseñanza aprendizaje. La referida actitud ha denotado en todo momento, que esta institución pública debe ser promovida por todos los espacios posibles, como si se tratara de una empresa privada, en la cual, sino se pruebe su eficacia y competitividad, el consumidor no se interesará por su servicio.
Más que un centro de estudio y formación, la escuela pública ha sido convertida en un espacio para servir alimentos y cuidar los niños, adolescentes y jóvenes, mientras los padres de estos se dedican al trabajo, o alguna otra actividad diaria. La realidad mencionada anteriormente atenta con la estabilidad y gobernabilidad política, debido a que, si desde el gobierno como administrador del Estado no se asume una política transversal para la escuela dominicana, no habrá forma alguna de poder garantizar una mejor nación.
El Sistema Educativo Dominicano debe ser visto como un compromiso de Estado y no como un patrimonio político, para construir candidatos presidenciales. Mientras que el Ministerio de Educación de la Republica Dominicana, no sea visto como órgano de formación académica e intelectual, esta nación seguirá siendo víctima de la maquinación de los sectores de poder, quienes no les duele en lo mínimo lo que pueda ocurrir, o acontecer en nuestra nación.