Nicaragua.
La historia como ciencia nos lleva a conocer el pasado, de igual manera nos hace entender el presente y desde el análisis objetivo conocer la causas determinante sobre las acciones que toman los pueblos en el entendido de su realidad.
Las naciones se construyen día a día y las decisiones de sus gobernantes repercuten en el tiempo, sin obviar que frente a las orientaciones que puedan surgir de instituciones u organizaciones, estos se vean en la obligación de tomar medidas de contra insurgencia y más si esos sectores históricamente han estado vinculados al comercio, negocio, o manipulación social.
Tratar de analizar la realidad social que vive el pueblo de Nicaragua en el día de hoy, sin antes conocer los sectores que promovieron, financiaron y contribuyeron al suministro de recursos para “Los Contra”, sería vagar en el análisis y producción histórica.
Solo aquellos que desconocen la barbarie y atrocidades a la que fuera sometido el pueblo dominicano durante la dictadura de Ulises Heureaux, Rafael Leonidas Trujillo Molina y el neotrujillismo hecho persona en Joaquín Balaguer Ricardo, podrán tratar de comparar a estos con la administración de Daniel Ortega. Antes de emitir epetitos o comentarios al gobierno de la Revolución Sandinista, habrá que revisar prácticamente un siglo de historia, y así conocer los aportes de la revolución a este heroico pueblo, y quienes han servido de retranca al mismo, cuáles sectores ciertamente han representado los intereses de la colectividad, y no los de aquellos que nos han robado desde la misma colonización europea.
Sobradas razones son las que podrá tener Daniel Ortega y su gobierno para haber cerrado seis emisoras de radio, las cuales fueron aprovechadas en todo momento por el sacerdote Álvarez, quien no ha vacilado en ningún momento para motivar, proteger a aquellos que de alguna manera tienen diferencias con el gobierno. El acto de protegerse bajo una sonata para garantizar el bienestar de los sectores que nos roban y saquean, es algo conocido a través de la historia. Acaso podemos olvidar lo ocurrido durante la administración de Fray Nicolás de Ovando, o con quien el clero firmó el famoso “concordato”.
El régimen de Anastacio Somoza Portocarrero no debe ser tomado como referencia de violación de derechos bajo ninguna circunstancia, ya que los actos del mismo no tienen precedente algo. Para entender el comportamiento de Somoza solo se hace necesario conocer que fue la “Escuela Entrenamiento Básico de Infantería (EEBI), la cual estuvo compuesta de 2.500 a 5.000 hombres más o menos, según las épocas, y Anastacio Somoza logró que se identificara con los valores y credos de los ejércitos chileno y brasileño. Al punto que estos coreaban “¿Quiénes son ustedes? -tigres, somos tigres! -¿Y de qué se alimentan los tigres? -¡De sangre, sangre! -¿Y de quién es esa sangre? -¡Del pueblo, sangre del pueblo”.
Otro caso de la dinastía de Somoza fue el del “Guardia médico, Fernando Cedeño, que en 1968 denunció y responsabilizó a Oscar Morales -el odiado Moralitos-de torturar y dejar morir al prisionero David Tejada y arrojar su cadáver al cráter del volcán Santiago, en Masaya, para ocultar los hechos”.
Tal como ha ocurrido históricamente, el “CAPITALISMO SALVAJE” intenta aprovechar todos los medios posibles para desestabilizar los gobiernos progresistas y liberales que avanzan en la tomar de poder. El mismo modus-operandi que se ha llevado acabo desde la Revolución Rusa y extrapolado a América. Son diversas las incógnitas e interrogantes que están pendiente de resolver sobre los conservadores para tomar como verdad lo que estos describen sobre la realidad de los pueblos sobre sus perspectivas y sus verdaderos intereses.