El 27 de febrero de 1844 constituyó la culminación de la labor que desde 1838 había iniciado Juan Pablo Duarte entre sus compatriotas.
El entusiasmo juvenil de un hombre de 25 años rindió sus frutos cuando la fundación de la Trinitaria se consolidó y precipitó el sacrificio de la generación que demandaba libertad.
Fueron muchas las razones para lanzarse a la conquista de la separación después de 22 años del dominio haitiano, que de manera extraña, sin derramamiento de sangre, las autoridades interventoras decidieron abandonar a Santo Domingo a raíz de los pronunciamientos irreversibles de libertad, pero dos semanas después el nuevo país estaba invadido por dos frentes de ejércitos bien armados con la orden de reocupar el territorio oriental de la isla, ya que su constitución afirmaba que era parte de su territorio que era uno e indivisible.
Las hazañas bélicas de 1844 reposan en la tradición histórica del país y el esfuerzos de historiadores presentan a unos antepasados sin temor y dispuestos a conservar la decisión de 1844.
El 27 de febrero el país cumplió 170 años de la separación de Haití y desde entonces es un estado libre y soberano.
Es un legado de Juan Pablo Duarte y sus colaboradores que demandan de las presentes y futuras generaciones preservarlas sin nacionalismo a ultranza. Basta apegarse a los principios de dominicanidad que se heredaron de los mismos padres de la patria. Basta respetar y hacer respetar las leyes a tiempo completo.