Nunca olvidaré la impresión apocalíptica de aquellos cuerpos lanzándose al vacío desde las Torres Gemelas en llamas a punto de volverse cenizas.
Confieso que en algún momento he tenido pesadillas imaginándome que un avión penetra por la ventana de la habitación, de un cuarto piso, donde duermo.
Recientemente millones de personas pudimos ser testigos de imágenes desgarradoras acontecidas por el maremoto en el Archipiélago de Indonesia, donde fue menester quemar miles de cadáveres para evitar su descomposición ante las cámaras de las grandes cadenas televisivas.
En nuestro país, el año pasado fuimos testigos de la tragedia de Jimaní por el desborde del río Soliette y cada día nuestras cadenas noticiosas nos llenan, a través de las pantallas televisivas, nuestros dormitorios, salas y comedores de cadáveres envueltos en sangre.
Todo lo anteriormente expuesto llega sin censura ante los ojos de toda la familia sin distinción de edades; sin embargo, la desnudez de un hombre o una mujer es censurada en la televisión, está censurada la copulación en las pantallas televisivas ordinarias y ni hablar de la pornografía.
Esto último lo veo adecuado; sin embargo, me pregunto qué será más dañino para el espíritu humano, el placer o el horror, la excitación o las pesadillas, un cuerpo mutilado o un cuerpo desnudo?.