La prontitud con el que acude al médico el que piensa que está sufriendo de vitiligo es algo fuera de lo común, si tomamos en cuenta que dichas manchas no pican, no arden, ni duelen.
Todavía no sabemos de donde viene la supuesta relación con las enfermedades del hígado, aunque es una creencia que compartimos con otros países.
Lo que sí sabemos es que es alta la proporción de pacientes diseminados en todo el mundo, que su impacto emocional y en la autoestima puede ser devastador, especialmente en las pieles más oscuras, donde son más notorias, y que conducen a muchos a una severa disminución en sus relaciones sociales y afectivas.
La búsqueda de atención médica es rápida, no importa donde estuvieren localizadas las machas blancas; en las manos, los pies, en la cara o en los genitales.
Se ha logrado mucho en la comprensión del origen del vitiligo; las investigaciones son trabajosas y lentas pues hay involucrados factores genéticos, hereditarios, intimas y sutiles alteraciones en los melanocitos, las células de la epidermis que regulan el color de la piel.
Además no sólo son las manchas que vemos sino que puede haber diabetes, tiroiditis, y otras dolencias asociadas.
Notas y algunas recomendaciones:
• El vitiligo no es contagioso.
• Hasta hoy no hay relación comprobada con enfermedades del hígado.
• El 25% de los casos repigmenta espontáneamente.
• No es prudente y puede ser peligroso, tomar todo lo que nos ofrezcan.
• En la evaluación clínica son tomados muy en cuenta – entre otras cosas, la edad del paciente y la fecha de aparición de las manchas, la distribución, la localización, la presencia o no de familiares cercanos afectados, etc.
• Disponemos hoy en día de diversos tratamientos efectivos para inducir la repigmentación de las áreas sin color.
• Hay numerosos protagonistas en el tratamiento de las temidas «manchas del higado»: dermatólogos, internistas, endocrinólogos, y el imprescindible psicólogo con sus terapias de apoyo.
El autor es dermatólogo del Centro Médico Dr. Ovalle.