Señor Amor,
No voy a comenzar diciendo: «querido amor», de eso estoy harto de decirlo y peor aún, de escucharlo. Creo que tu palabra «amor» has sido más repetida que las palabras: mamá, papá, coño, hijo de puta, desgraciado, come mierda. Pero lo peor de todo son los poetas, los hipócritas y los borrachos. Tú sabes lo bello que es decir «por amor debajo de una estrella».
Amor, por ti seré capaz de pasar por el infierno y asarme como un puerco para que me coma mi cuerito tostado. Algo más fino, como dice don Rafael Solano: «por amor, se han creado los hombres en la faz de la tierra. Por amor, hay quien haya querido regalar una estrella. Por amor, soy de ti y seré toda la vida, mientras viva por amor, soy de ti, por amor».
Señor Amor, perdóname que tenga que dejar la poesía, lo bello, lo bonito, para poder definir quién tú eres. Tomando como base la neurociencia, tú eres parte del cerebro, que es un órgano funcional, no eres algo exclusivo del corazón, sino de todo el cuerpo humano. Eres tan importante como un brazo, un pie, un riñón, el corazón, el colon, la sangre, el azúcar, el oído, el ojo, el ano, el pene, la vulva, la teta, la otra teta; eres como todos los órganos que se enferman, hasta producen la muerte. Solo que se escucha y suena diferente «morir de amor», pero sigue siendo un órgano, nada de poesía.
Según la especialista Donatella Marazziti, profesora de psiquiatría de la Universidad de Pisa en Italia, el amor es una función bioquímica llamada neurotransmisores, que se produce con las terminales de las neuronas del cerebro. Estas, a su vez, producen un químico llamado dopamina, norepinefrina y serotonina. Si todos estos bioquímicos se producen en armonía y en cantidad normal, podemos decir que tenemos un amor sano. Pero si es lo contrario, que estas sustancias químicas bajan o suben, pasaría lo mismo con la glicemia, la urea, el colesterol, los triglicéridos y otros más que enferman el órgano de tu cuerpo.
Señor Amor, si tú estás saludable, nadie mata por amor. Los feminicidios, los suicidios, el matar un hijo; el resultado es un amor enfermo, un trastorno en los neurotransmisores, la falta de serotonina o el aumento de la dopamina. En este caso, el individuo no ama, sino que tiene un trastorno obsesivo compulsivo, que esto no es amor sano, esto es una locura. Por eso es tan difícil distinguir el amor de la locura, pero nadie mata por amor sano.
Señor Amor, tenemos que reconocer que tú eres un órgano, pero sin dejar de ser especial, porque entra el sistema límbico, sobre todo, eres el único ser viviente que tiene la capacidad de razonar, educarse, moralizarse, tener una ideología, poseer una manifestación bella que es la fe, que te pone en contacto con un ser extraño que viene del exterior llamado Dios.
Es aquí donde la puerca retuerce el rabo, porque se suicida y mata por amor. El inteligente, el bruto, el feo, el buen mozo, el intelectual, el pobre, el rico, el artista, el poeta, el maricón, el chulo; hasta sacerdotes han matado por amor.
Entonces, ¿dónde está el problema? En la pandemia del amor, que afecta la parte del cerebro que tiene que ver con el aguante, la fortaleza, la resistencia. Un hombre de hoy no soporta el peso o el dolor de medio cuerno de su mujer y hasta de un amante.
Atentamente,
Manolo Bonilla,
El ex- cuernudo