El pasado martes 08 de agosto de 2023, San Francisco de Macorís experimentó otra vez las consecuencias de su problemática vial. Un camión de arena, inmovilizado en la calle Salcedo, sumió a la ciudad en horas de congestionamiento y desesperación. Más que un incidente aislado, este evento resalta una crónica deficiencia que, de no ser atendida, seguirá afectando la calidad de vida de sus habitantes.
Año tras año, situaciones similares resaltan la necesidad urgente de alternativas viales. No es sostenible que la calle Salcedo sea el único corredor que conecta puntos esenciales como la avenida de Los Mártires y la avenida Libertad. Este flujo constante, que sobrepasa la capacidad de nuestras arterias urbanas, no sólo destaca la falta de rutas alternas, sino también la carencia de una visión a largo plazo para prever y atender las futuras demandas de movilidad.
Si bien completar la circunvalación puede ofrecer un alivio inmediato, el desafío es mucho más amplio. Debemos preguntarnos: ¿Cómo imaginamos a San Francisco de Macorís en diez, veinte, treinta años? ¿Qué infraestructura vial será esencial para atender su crecimiento y las necesidades emergentes? Estas cuestiones deben ser el norte de cada proyecto y decisión.
Invertir en infraestructura vial trasciende el mero alivio del tráfico diario. Es una inversión en el desarrollo económico y en el fortalecimiento del tejido social, al garantizar una conectividad efectiva entre los ciudadanos. En este sentido, es imperativo que las autoridades no sólo aborden los problemas presentes, sino que también consideren las propuestas surgidas desde la escuela de arquitectura de la UCNE. Una vía alterna a la avenida Antonio Guzmán Fernández parece ser la solución idónea para descongestionar el tráfico y proyectar un desarrollo urbano renovado para San Francisco de Macorís.
Es esencial una planificación estratégica que contemple el crecimiento demográfico, las tendencias urbanísticas y las necesidades de movilidad a futuro.
El episodio en la calle Salcedo no es más que un reflejo de una problemática estructural. San Francisco de Macorís necesita una visión proactiva que la posicione como una ciudad lista para los desafíos del futuro. Es hora de actuar, de mirar adelante y de sentar las bases de una movilidad sostenible y eficaz para quienes vendrán después de nosotros.