Desde la corriente o escuela psicológica cognitivo-conductual, cuyo fundador fue el psicólogo norteamericano Aaron Beck, se recomienda que las personas nos apropiemos, o más bien construyamos, las competencias éticas y cognitivas necesarias para, desde ellas, luchar contra la presencia en nuestra psicología del patrón de conducta conocido como pasivo-agresivo.
¿De qué debemos cuidarnos, los que como nosotros, los educadores, tenemos la obligación de interactuar con otros compañeros y con los propios alumnos?
Primero que nada, de evitar expresar sentimientos negativos de forma indirecta en lugar de expresarlos de forma abierta, asertiva y responsable.
Segundo: siempre asegurarnos de que coincidan lo que decimos con lo que efectivamente hacemos, ya que una característica de los que muestran comportamientos pasivo-agresivos es la de simular frente a los demás que estamos aceptando hasta con entusiasmo y gusto el compromiso pactado.
Sin embargo, en realidad, desde el resentimiento, la ira y el enojo, conspiramos con los compromisos asumidos. Finalmente, aquí les van algunas de las características típicas de todo aquel o aquella que manifiesta un patrón de comportamiento que lo relaciona con el trastorno abordado en el presente escrito:
- a) actitud de oposición hasta irracional frente a los pedidos de otras personas, en especial de aquellos que ostentan posiciones o cumplen roles de autoridad.
- b) Rara vez están dispuestos a cooperar con los propósitos institucionales y muestran tendencia a la procrastinación, es decir, postergar o dejar para después lo que es necesario cumplir en el corto plazo.
- c) Actitud de cinismo, hostilidad y rechazo soberbio a las instrucciones que emanan del conjunto o de la persona encargada de orientar y guiar.
- d) Generalmente presentan síntomas paranoides, lo que quiere decir que con frecuencia creen tener la certeza de que buena parte de las personas con las que interactúan están interesadas en hacerles daño.
También llegan a considerar que sus compañeros de trabajo están predispuestos a subestimarlo, mentirle y engañarle. Como es lógico, este trastorno o defecto de carácter interfiere seriamente con la calidad de las relaciones interpersonales que es necesario poner en marcha en todo ambiente de trabajo.