La Familia y la Formación en los Valores
Todos invitados a la mesa de la creación.
La mano de Dios es grande y generosa. Es la mano de un Padre amoroso.
Bien podríamos hacer un canto a las manos del Padre, manos fuertes y delicadas, manos creadoras y que conservan, manos generosas y amistosas, manos libres y protectoras, manos cálidas y curativas, manos paternales y maternales, manos entrañables.
Son manos que organizan el mundo y que acarician al Hijo, manos que ahuyentan demonios y curan las llagas, manos que levantan al humilde, manos que calman tempestades y cuidan de la semilla y el fermento, manos que abren los cielos y multiplican los panes, manos que sostienen la tierra y enderezan al que se dobla. Son manos movidas siempre por la energía vivificante del Espíritu y la fuerza expansiva del amor. Hasta alguien ha dicho que las manos del Padre son precisamente el Hijo y el Espíritu (CF. S. Ireneo). ¡Benditas manos de Dios!. Por eso, creo en el Padre, creo en el Hijo, creo en el Espíritu Santo.
Los Talentos y los Bienes. Ricos y Pobres.
La realidad es inhumana. “Es suficiente mirar la realidad de una multitud ingente de hombres y mujeres, niños, adultos y ancianos…que sufren el peso intolerable de la miseria”, del hambre, de la delincuencia…
Pienso que para ayudar a remediar esta situación, el primer paso es formar en los valores.
Los padres y maestros enseñan a los hijos y alumnos a comportarse, a valorar las acciones y sentimientos propios y ajenos, a respetar y obedecer ciertos principios y a rechazar actitudes peligrosas.
Enseñar por qué amar a sus padres y las cosas positivas que ellos les han transmitido. Obedecer ciertas reglas sociales y responder positivamente al amor que le prodigan sus padres y los desvelos de sus maestros.
Si los padres y maestros no están dispuestos a formar verdaderos ciudadanos en sus hogares y aulas, pueden gastar todo el presupuesto de la República en construir más aulas, más altos sueldos para maestros, más bibliotecas y libros de textos gratis para todos. Si no se educa en los valores, de nada vale, proque como dice el adagio, de nada vale al mundo hacerse doctor en filosofía si sigue hablando por señas.
El ciudadano se educa para transformarse en una persona decorosa, productiva, respetuosa, honrada, hacendosa, solidaria y cumplidora incansable de sus deberes familiares y comunitarios.
• Los valores crecen y se desarrollan en la persona a partir de lo que vive en su familia, en la escuela, en la comunidad.
• Formar en los valores es un proceso-un camino-lento, largo, creativo, sorpresivo. Supone mucha reflexión, retroalimentación, crítica, disposición afectiva, experiencia práctica…paciencia, continuidad, espíritu de esperanza.
• Es el maestro, lo mismo que el padre y la madre, que siembra y espera, porque trata con personas con libertad y autonomía.
• El proceso de crecimiento y maduración personal toma mucho tiempo.
• Es la comparación del sembrador; en la que la semilla crece por sí sola, sin que el sembrador sepa cómo (Mc. 4,26-29).
• Para mover y llevar a feliz término este proceso de la formación en valores hace falta el mejor motor: el amor.
• El amor lo transforma todo. Todo cobra sentido a la luz del amor.
• El amor es la fuerza creadora por excelencia.
• El amor pone todas las cosas en su sitio y las juzga en su recta perspectiva.
• Nosotros vivimos un proceso pluralista, dinámico y cambiante en su tránsito irreversible del segundo al tercer milenio.
También es un hecho constante la crisis de valores en todos los sectores de nuestra sociedad, para no hablar del mundo. Nuestro camino hacia la mundialización en todos los aspectos de la actividad humana nos está demandando una educación en los valores.
En esta línea necesitamos:
&Mac195; Propiciar la construcción y vivencia de nuestras relaciones interpersonales, con la naturaleza, con el entorno social y la trascendencia.
&Mac195; Contribuir en la formación de un ser humano capaz de respetar y defender la vida en todas sus manifestaciones.
&Mac195; Ayudar a descubrir y jerarquizar los valores presentes a nivel personal y social.
&Mac195; Promover y afianzar los valores relacionados con los ejes transversales de la formación en la familia y en la escuela.
&Mac195; Facilitar herramientas metodológicas que ayuden al discernimiento, a la apropiación y puesta en práctica de estos valores.
&Mac195; Fomentar la integración de todos los actores de este proceso educativo: El mismo individuo, los padres, los maestros, los grupos, las instituciones, etc.
Paso a enumerar a manera de ejemplo algunos de estos valores concretos, ya que la escuela lo mismo que la familia es transmisora de valores.
La persona-la naturaleza-Dios-la vida-la libertad-el amor-la verdad-la ciencia-la justicia- la alegría-el trabajo-la paz-la salud-el dinero-la fe-la esperanza-la responsabilidad-la confianza-la amistad-la fidelidad-el patriotismo-el diálogo-la fraternidad-la solidaridad…
¿Cómo nosotros podemos educar en estos y otros valores en una situación social tan cambiante como diversa y compleja?
¿Cómo difundir los valores que tenemos que trabajar en la familia y en la escuela y cómo establecer una red de interacciones y prioridades entre esos valores?
¿Cuáles son los deberes de los padres de familia en la práctica de educar y formar en estos valores?
¿Hemos considerado a los padres de familia como parte del proceso?
El autor es Obispo de la Diócesis
de San Francisco de Macorís.